Claves para lograr que el estilo ecléctico funcione y no muera de éxito
Lleno de personalidad, brinda un sinfín de posibilidades para la casa, pero también puede ser un dardo envenenado. Estas reglas básicas te ayudarán a ponerlo en práctica, sacándole el máximo partido.
Estamos ante uno de los estilos más complicados, no de realizar (mezclar tendencias, telas o texturas es fácil), sino de equilibrar y buscar la armonía (y la belleza) por encima de todas las cosas, evitando caer en el desastre y el caos ‘deco’. Se trata de combinar piezas nuevas y antiguas de forma natural, 'loks' decorativos que formen un buen tándem y texturas y estampados con personalidad.
Pequeños y grandes tesoros
Esta tendencia se alimenta de tus impulsos, capaces de hacer que te enamores de una pieza o de un objeto y que lo persigas hasta que sea tuyo. Es más que un flechazo, ya que ese amor crece según pasa el tiempo y no suele tener fecha de caducidad, siempre que lo actualices y lo 'mimes'.
Cuestión de atrevimiento
Casas con productos caros y baratos, con piezas de diseño que conviven en paz y armonía con otras ‘low cost’, cosas adquiridas en mercadillos con otras 'DIY', que realizaste en tus momentos creativos. La clave está en probar y atreverse, ya que, aunque 'a priori' pueda parecer que no, la mezcla (incluso la más extravagante) suele funcionar. Siempre que lo hagas sin miedo, con la actitud de quien sabe que va a triunfar y te apoyes en una base elegante. Lo ecléctico siempre debe tener un toque excéntrico, que nos permita sacar el ‘enfant terrible’ que llevamos dentro. Eso sí, nunca mezcles más de dos o tres estilos en un mismo espacio, para que pueda tener una línea argumental. Buscamos la belleza de lo original, no cócteles sin sentido.
Manual de estilo
Puedes mezclar piezas ‘vintages’ con rústicas, nórdicas con ‘glam’, minimalistas con clásico actualizado… Eso sí, sea cuál sea la unión, buscar y encontrar el equilibrio es un aspecto fundamental de un estilo arriesgado, en el que fácilmente puedes cruzar la (delgada) línea del mal gusto. Para que no te pase busca la armonía de tus composiciones. Muchas veces la encontrarás en las piezas básicas de un ambiente, otras en la serenidad que da una ‘caja’ clásica o en la capacidad para mezclar estampados y texturas manteniendo cierto orden visual. En esta búsqueda, las antigüedades son buenas aliadas, ya que ayudan a ensalzar los ambientes, otorgándoles un toque personal, lleno de vida. Son piezas que tienen alma y que ayudan a dar sentido a tus interiores ‘mix & match’. También son un buenos acompañantes los 'souvenirs' y los recuerdos de tus viajes, porque ponen la nota más exótica a cualquier ambiente.
Paredes y telas: ayudantes sin pretensiones
La pintura y el papel pintado son dos ingredientes básicos para lograr ambientes personales, al igual que las fotos, cuadros y dibujos. Además, cuentan con la ventaja de su carácter temporal, que te permite diseñar a tu antojo y estrenar escenario cuando necesites un 'cambio de aires'. A la hora de mezclar estampados, no hay que seguir más regla que la del buen gusto y tu aprobación. Ante todo, debe gustarte y ser una mezcla equilibrada. Lo más fácil para no equivocarse es combinar tamaños, pero manteniendo una paleta cromática similar.
Una fórmula que siempre garantiza el éxito es optar por paredes blancas o porque las piezas principales del espacio (sofá, camá, mesa…) sean de colores neutros o de materiales, como la madera. De esta manera, serán los accesorios eclécticos los que pongan la nota más personal y original, sin miedo a recargar el espacio.