Esta vivienda montañesa amplía sus metros, recompone su distribución y renueva su interiorismo para albergar a una gran familia y hacer que se sienta cómoda y ‘en casa’. Una etapa en la que luce una nueva personalidad, más acorde con los tiempos actuales, en la que no pierde, sin embargo, el estilo y la esencia de la zona en la que se encuentra (Cantabria).
Sentido y sensibilidad
El título de la novela de Jane Austen define a la perfección el proyecto de rehabilitación, llevado a cabo por el estudio Lalzada. Se trataba de respetar la estructura original y poner en marcha un estilo neorústico, cómodo y lleno de encanto. “La distribución y ampliación del espacio se ha realizado de manera que sea lógica y práctica en el día a día, creando ambientes abiertos y diáfanos que permiten sacar el mayor partido a cada rincón de la vivienda”. Y todo ello adaptándose al paisaje, la forma de vida y la estética del norte, cuya historia y personalidad se siente en cada rincón.
El poder de la luz
La distribución de la planta baja está especialmente diseñada para que la vivienda sea lo más funcional posible, predominando los ambientes ‘libres y amplios’ y dando especial protagonismo a la luz, mediante un lucernario que proporciona iluminación natural y otorga una mayor sensación de amplitud al espacio central de la casa. La entrada resulta en sí misma espectacular, al tratarse de un distribuidor principal a doble altura con acceso, por un lado, a una zona con bar y rincón de lectura, y, por el otro, al comedor de diario. Desde aquí se entra de frente en el salón y al comedor principal, situado en un nuevo volumen.
La necesidad de crecer
Pero además de actualizarla, el estudio Lalzada (lalzada.com) amplió los metros, para adaptarse a una familia numerosa, pasando de 800 metros cuadrados, distribuidos en sótano, planta baja y primera con cuatro habitaciones, a 1.000 metros cuadrados, añadiéndose dos nuevos espacios: una en la planta baja, que alberga el comedor, y otro en la primera planta, para aumentar a nueve el número de habitaciones.
En el ala derecha de la casa se encuentra la cocina, con una gran isla central de acero, uno de los dormitorios, la sala de juegos y el gimnasio. La primera planta, distribuidas alrededor del lucernario para ganar en luminosidad, alberga al resto de las habitaciones, todas ellas con baño incluido. En el sótano se ha habilitado una bodega, que cuenta con una vinoteca climatizada, una mesa central y la zona de comedor.
Pertenecer a un lugar
El norte y su decoración se ve y se respira en cada rincón de esta vivienda. Así, la piedra en paredes y algunos suelos, y la madera, que termina de darle el toque acogedor y cálido al espacio, son los dos protagonistas de los ambientes. Para adaptarse al máximo a las necesidades y gustos de los moradores, la mayor parte del mobiliario ha sido diseñado por el estudio de arquitectura y diseño de interiores. En definitiva, “espacios amplios y funcionales, dotados de una cuidada personalidad”, capaces de modernizar el estilo rústico clásico, sin perder su esencia.
Vivir en el campo implica que el exterior, verde y lleno de fuerza, también forme parte de la vida de esta familia. Por este motivo, el estudio Lalzada ha creado una piscina, para la época veraniega, y un pabellón con un gran comedor, una cocina y un dormitorio de invitados, que otorga mayor intimidad tanto a los visitantes como a los propietarios.