A principios de los 90, se bautizó con el nombre de cocooning una tendencia que consistía en refugiarse en la soledad del hogar, y por la cual las personas dejaban de lado su proceso de socialización. Fue la consultora de marketing Faith Popcorn quien acuñó el término que vino a poner nombre a un fenómeno que, de no saber controlar y dosificar, puede derivar en un grave problema de aislamiento. Ahora, también conocida como nesting, la corriente ha derivado en una forma de decoración que busca dar con espacios que favorezcan el descanso.
Alejarse de la ciudad
El cocooning habla de aprovechar los momentos de desconexión, algo que se vuelve más sencillo si salimos de la agitada urbe y nos acercamos a espacios naturales, como ríos, montañas o playas. No hace falta contar con grandes estancias, solo fomentar la comodidad y calidez de las mismas, y en este sentido la naturaleza cobra un valor especial. Crear espacios relajantes, casi mimetizados con el entono o trasladar la paz medioambiental a las habitaciones, son algunos de los objetivos de esta tendencia decorativa.
Se propone, a través de construcciones retiradas del bullicio, una mirada hacia materiales sostenibles que no dañen el ambiente que rodea a estas edificaciones. Una cabaña, una casa rústica, las paredes de piedra o una chimenea son elementos que permiten alejarse, también emocionalmente, del frenético ritmo de vida que impera en las ciudades, y del cual huimos cuando practicamos cocooning.
Un hogar del que no se quiera salir
Esta suerte de retiro casi hermitaño no es algo que podamos disfrutar todos los días, a no ser que cuentes con una casa de campo. Sin embargo, el estilo cocooning también puede ser trasladado a tu hogar en la ciudad. Se trataría de transformarlo en un sitio cálido, cómodo y acogedor, tanto para disfrutar en soledad como para compartirlo en compañía de la familia o de invitados. Un lugar que no apetezca abandonar.
Dado a que este fenómeno se asocia especialmente con los meses más fríos, pues es cuando más apetece refugiarse, tejidos como la lana, mantitas o velas son algunos de los recursos que puedes utilizar para dar un toque de confort extra a tu casa. También los tonos tierra, muebles de madera, tejidos de lino durante el verano, flores frescas... Sin olvidar la luz, un aspecto importantísimo para aportar calidez a un hogar.
Otro recurso que, además, añadirá personalidad a una estancia, son los adornos de carácter artesanal, únicos y especiales. Recuerdos de viajes, objetos realizados por personas con oficios casi desaparecidos o creaciones do it yourself, del mismo modo pueden favorecer a crear un ambiente más natural y confortable.