Nos declaramos ‘fans’, sin condiciones. Una Navidad sin árbol es como un jardín sin flores. Sabemos que la decoración navideña (adornos y luces) nos ayudan a crear ambiente, pero el que realmente nos trae la Navidad a casa es él. Todo un símbolo de esta época, se muestra imponente y festivo, convirtiéndose estos días en protagonista de nuestra decoración. Lo queremos, no podemos negarlo, porque con él nuestra casa (y nuestra vida) se llena de magia y de ilusión. Además, montarlo es una actividad emocionante, que puede hacerse en familia y ese es otro punto a favor.
Cuestión de estilo o de estilos
No importa que el tamaño sea S, M o XL, sino que encuentres su lugar idóneo y diseñes una decoración de Navidad equilibrada, que puede apostar tanto por el maximalismo y el exceso como por el minimalismo y la sencillez espartana. ¡Tú eliges!
Cosas que no pueden faltar
Lo ideal es colocarlo en el salón, aunque la entrada y el cuarto de estar también dan mucho juego, en un rincón que no impida la circulación, se vea bien desde todos los ángulos y no obstaculice el paso de la luz. “Su decoración permite estilos infinitos. Solo hay tres cosas que no pueden faltar: luces, un adorno especial para la parte de arriba del árbol (que no tiene que ser necesariamente una estrella) e imaginación para decorarlo.” ¿Lo último? Flores grandes artificiales engarmadas en tres colores, por ejemplo. ¡Súper sofisticado!”, cuenta Silvia Arenas, directora creativa de Westwing (westwing.es).
Para todos los gustos
Puedes optar por ‘metales preciosos’, seguir la estela nórdica, apostar por el rojo y el blanco o arriesgar con azules y rosas. La decoración de Navidad permite cualquier estilo, siempre que sea equilibrada y mantenga cierta armonía. Así, la interiorista Inés Benavides (inesbenavides.com) prefiere el maximalismo: “Aunque no sea natural, me gusta ponerlo muy recargado, con muchos adornos en oro o plata y muchas luces pequeñitas". El decorador Manuel Espejo (manuelespejo.es) apuesta por la regla del ‘menos es más’: “Por supuesto, bolas siempre. Yo prefiero usar menos de gran tamaño, que llenarlo de muchas bolas pequeñas. Sin abusar de colores y desde luego luz fija, nada de parpadeos. Y los regalos bajo él”.
Opciones alternativas
Aunque el abeto, natural o artificial, es el rey en cuanto a árboles navideños se refiere, lo cierto es que hay alternativas muy originales, que logran (casi) el mismo efecto. De madera, tela, en vinilo para la pared, alambre, pizarra… Incluso para los que no tienen espacio, hay modelos de sobremesa que cumplen su objetivo.
La fiebre ‘eco chic’ también se apodera de estas fiestas con toques naturales y silvestres, que crean ambientes cálidos y hogareños. “Ramas, coronas, piñas… Puedes colgarlos en las paredes, hacer algún centro de mesa, decorar los portavelas o incorporarlos al propio árbol. Tienes muchas opciones para jugar con ellos, ¡atrévete a experimentar!”, anima la diseñadora de interiores Sandra Marcos (sandramarcos.com).