Elegir las cortinas del salón: Descubre (o no) lo que se esconde tras la ventana
Aliadas de la decoración, durante el verano se visten de tejidos naturales y colores claros para no recargar y aportar frescura y ligereza a los espacios.
Hay cambios que transforman tu casa en poco tiempo y sin engorros. Las cortinas son uno de ellos. Está claro que no es lo mismo vestir las ventanas para el verano que para el invierno, por eso, es recomendable tener, al menos, dos juegos: uno para los meses más fríos y otro, para el buen tiempo, lo que te permitirá actualizar el salón y adaptarlo a cada estación.
Vestidas para el verano
Ahora necesitas telas ligeras y claras, que reflejen la luz y eviten –si pueden– la entrada de calor. Sabemos que es solo una sensación, pero ver a tus cortinas mecerse con el aire nos produce irremediablemente un golpe de frescura instantáneo. Su elección no es fácil y crea algunas dudas. ¿Tejidos, altura, tela…? Resuélvelas en este especial cortinas.
Elige el tejido, elige el color
Como si estuvieras haciendo una lista. Antes de decidirte por un modelo liso o uno estampado, debes tener claro tu objetivo: qué buscas conseguir y qué tejido te ayudará a lograrlo. Así, los naturales, como el lino o el algodón –mejor con mezcla para que puedan lavarse– son ideales en esta época del año, ya que dejan pasar la luz, son fresquitos y tienen un atractivo punto informal. Mientras que las sedas o jacquard, por ejemplo, son otra buena apuesta veraniega, siempre que busques un efecto más sofisticado. Respecto al color, procura seguir siempre la línea cromática de tu salón, a menos que quieras ‘dar la nota’ con las ventanas.
¿Estampadas o lisas?
Sin olvidar tus gustos, antes de elegir la tela mira el estilo de tu salón y los objetos que tienes y apuesta por la solución más armónica. Como norma general, si las piezas principales de la estancia son de flores o motivos, lo mejor es que recurras a la elegante (y socorrida) gama de los neutros. Mientras que si tu decoración es sosegada y no cae en el exceso, puedes apostar por modelos más potentes, que pongan la nota extravagante y alegre. Ante la duda, pon un visillo en tu vida o dos. Son el comodín perfecto. Durante el invierno puedes usarlos para dar ligereza al conjunto, intercambiándolos con las cortinas. Mientras que en verano, adquieren todo el protagonismo en el vestuario de la casa. Frescos y livianos, ofrecen muchas posibilidades decorativas.
¡Bien colgadas!
La forma de colgarlas es fundamental para que se multiplique su efecto y luzcan mucho más bonitas. Deben quedar rectas, en simetría perfecta con el suelo. Así, la barra debe ser unos 20 o 30 centímetros más ancha que la ventana. Los metros de tela son importantes. Por eso, no te quedes corta y emplea el doble de tela de la medida de la ventana, si son a medida, y uno o dos paños más, si las compras ya hechas. No seas tacaña con la tela. Es mejor que se vea cantidad, a que queden raquíticas y apenas cubran los cristales. Coloca la barra lo más cerca del techo que puedas, para que equilibre alturas. Y, por supuesto, nunca las dejes cortas. Mejor al ras o que arrastren, aunque se manchen.
La manera de engancharlas a la barra también aporta su toque decorativo. Desde las clásicas anillas u ojales hasta las trabillas –para un ‘look’ más informal– o los lazos, si quieres una pincelada romántica y delicada.