Aunque el verano está a punto de comenzar, la primavera o al menos una de sus señas de identidad, se niegan a abandonar la casa. Las flores se han apoderado de todas las estancias, luciendo palmito en jarrones y macetas, pero también en ropa de cama, cojines, manteles, papeles pintados y objetos. Su poder es grande y no conoce límites de tiempo ni de espacio.
Universo floral
Realmente están por todas partes. Las encontramos en nuestras prendas y bolsos, en las nuevas propuestas de maquillaje o en los accesorios para el pelo –y no solamente aptos para bodas–. Nos rodean, provocando una verdadera explosión floral en nuestras vidas. Una invasión de alegría, vitalidad y optimismo. Por eso, nos rendimos sin condiciones a su conquista.
Flores de interior
Coloca un jarrón con flores en un rincón y tus espacios parecerán otros. O mejor pon en práctica la 'regla del tres': uno sobre la mesa de centro, otro sobre un mueble auxiliar y el tercero sobre la chimenea, el aparador o la ventana. Dalias, gladiolos y rosas son tres buenos aliados decorativamente hablando, aunque no podemos renunciar a la elegancia y sofisticación de las peonías, bella en todas sus variedades y colores y con un perfume que es pura seducción. Eso no significa que pases de largo por lo que la naturaleza te brinda. En el campo encontrarás un abanico de opciones, para que te conviertas en unos momentos en Laura Ingalls en ‘La casa de la pradera’ y des un toque silvestre y algo salvaje a tus interiores.
De flor en flor
Son los motivos estrella de la temporada. Definen las telas y papeles pintados, resaltan piezas de mobiliario, dan personalidad a diferentes objetos decorativos… Y lo hacen siempre mostrando distintas facetas del universo floral. Pueden mostrar su versión más ‘british’, seducirnos con sus aires de la campiña, trasladarnos a un jardín tropical o a un paraíso perdido, imprimir de romanticismo cualquier rincón, aportar la sofisticación de un buen perfume francés o crear una atmósfera bucólica y feliz.
Díselo con flores
Di a tu casa que la quieres y que piensas en ella. Como en el diseño de jardines, tus flores deben adaptarse a las condiciones, metros y características del espacio. Por eso, debes elegir telas o diseños que se integren en tus ambientes, formando parte de él. Si tienes, por ejemplo, las paredes pintadas en tonos fuertes, no abuses de los motivos llamativos, elige la misma gama cromática, para no sobrecargar, o los delicados neutros y el verde primaveral. Mientras que si las paredes son claras y suaves, puedes dar rienda suelta a tu lado más atrevido y apostar por el color y lo excesivo.
Eso sí, no intentes poner límites al campo, por eso no lo encorsetes ni les pongas vallas. Si eres comedida y no quieres que las flores te asfixien, sigue la regla del menos es más y aplica pinceladas, que tengan un papel estelar en la estancia, pero sin ser las protagonistas; mientras que si no tienes miedo al exceso y siempre soñaste con vivir y dormir en un jardín, da rienda suelta a tus instintos y pon una, dos, tres… flores en tu vida.