No nos cansamos de repetirlo, si hay una estancia de la casa que nos gusta es ella. Se ha convertido en nuestro salón de diario, zona de estudio, rincón de trabajo o cuarto de juegos y lo ha hecho sin perder su razón de ser: la comida.
1. La familia que come unida…
... Permanece unida, al menos durante las horas en las que se sienta a la mesa –siempre que se aparquen los móviles en el salón–. Sentarse en la cocina, aunque sea en la barra de desayunos, permite conversaciones, cruzar preguntas sobre el día, charlar sobre temas cotidianos, planificar las vacaciones o cuadrar la agenda de la semana. Sin olvidar, que un buen plato consigue muchas veces cosas (casi) imposibles: ¿Cómo discutir con tu madre ante una deliciosa paella?
2. Espacio multifuncional
Según el estudio Global Kitchen del Instituto Silestone, tras décadas condenada al ostracismo por el estilo de vida moderno y las necesidades de la clase media (mantener los olores lejos del resto de la casa, calefacción en todas las estancias…), la cocina volverá a sus raíces, cimentando su papel de centro neurálgico de la casa.
Para lograrlo, la cocina se abre al resto de la vivienda, buscando un lugar de encuentro. Será un espacio social, centrado en la salud, cuyo diseño no solo tendrá en cuenta la estética y la funcionalidad sino también el valor emocional, por lo que reforzará su uso como lugar de relajación y bienestar, apunta el estudio de Silestone. Debe crecer en metros cuadrados, pero también en soluciones que permitan y favorezcan las relaciones personales: islas, mesas, encimeras XL que ganan superficie de trabajo, pero también de mesa…
3. Un ambiente confortable y agradable
Para que dé cobijo a todos miembros de la familia, debe tener una atmósfera donde cada uno (niños y mayores) se sientan a gusto. Es preciso crear una distribución cómoda, que permita cocinar y evite los paseos innecesarios entre las distintas áreas. De esta forma, se amortizan las cocinas pequeñas y se saca más partido a los metros.
4. A la medida de sus necesidades y de sus nuevos hábitos
Electrodomésticos que hacen el día a día más sencillo (de última o primera generación), muebles que facilitan el trabajo, organizaciones que se adaptan a tu forma de ordenar, con un toque lúdico y divertido, si tienes niños… Para que sea un lugar familiar mágico, debe adaptarse a la personalidad de quienes la habitan y tener algo de cada uno: un dibujo colgado en la nevera, una silla con elevador, una pizarra con la lista de la compra…
5. Bella de día y de noche
Puede integrarse en el estilo del resto de la vivienda o ser una ‘isla’ con una fisonomía y un carácter propio. Acero, madera o laminados lacados se mezclan con esculturales encimeras de materiales sintéticos o de piedras preciosas. ¡Todo vale! La clave está en buscar la identidad con la que todos los miembros de la familia se sientan cómodos.
6. Con piezas 'top', que te hagan sentir en casa y te hagan olvidar los placeres del sofá del salón
Taburetes para sentarse a charlar mientras se cocina; un banco bajo la ventana donde hacer los deberes; una butaca en un rincón, para leer tu libro de recetas; una lámpara que proporcione la luz adecuada en cada zona o una pieza antigua llena de encanto y recuerdos. En definitiva, rodearte de tus elementos y objetos preferidos.