Tres colores: verde, azul y naranja. Tomamos de la trilogía de Kieslowski el título, la belleza estética de los tres filmes e, incluso, la atmósfera que crea su banda sonora. Aunque, eso sí, nuestra trilogía es mucho más esperanzadora, menos trágica y está llena de energía (positiva, por supuesto).
El otro lenguaje de la ‘deco’
Cansados de ver la vida en tonos neutros y de lo estéticamente correcto, nos dejamos seducir por caprichosas tonalidades, que conquistan nuestros espacios y despiertan nuestros sentidos. El buen tiempo es el momento perfecto para cargar las pilas con un universo de color, a prueba de blanqueantes.
Verde esperanza
A estas alturas del año, confirmar que el verde es uno de los colores del año no es ninguna novedad: Pantone ya eligió el greenery como el tono del 2017. Sin embargo, el poder del verde es alargado y llega hasta el esmeralda, el manzana o el inglés, por ejemplo. Toda una declaración de principios que conquista la casa esta primavera-verano, permitiendo que la naturaleza se cuele en las estancias, aportando calma y frescura. Sin olvidar su capacidad camaleónica, que les permite integrarse en ambientes de estilo nórdico, endulzándolo con un suave rosa pastel, rústicos en unión de maderas lacadas, o actuales, si apuestas por un tono intenso. A la hora de combinarlo, los neutros y los tierra consiguen la armonía y el equilibrio que necesita para destacar, sin recargar. Aunque el azul y el amarillo son también buenos aliados cromáticos.
Azul: con aroma a verano
Si hay un color que huela a mar y a buen tiempo, ese es, sin duda, el azul. Pálidos, turquesas, denim… recrean atmósferas serenas, que permiten desconectar del estrés y ponen tu casa en ‘modo vacaciones’. Aunque no te dejes engañar por su serena apariencia, ya que las tonalidades más intensas poseen una gran fuerza visual, capaz de transformar los ambientes, incluso cuando los usas en pequeñas dosis. Como están directamente relacionados con la naturaleza resultan una buena opción tanto en una casa en la montaña como en un apartamento en la playa. Y si el blanco y el gris son dos buenos acompañantes decorativos, el amarillo y el naranja sacarán su versión más canalla y atrevida.
Naranja: pinceladas de energía
Mágico y muy veraniego, el color naranja es como una inyección de energía y buen humor para tus espacios, el toque tropical que más te gusta. Sin olvidar, que respira calidez y que es capaz de crear atmósferas acogedoras, tanto en ambientes campestres como urbanos. Ideal con materiales naturales, ya que potencia las texturas, su asociación con el blanco resulta un tándem perfecto.
Además, las que no se atreven con los tonos más ácidos, pueden probar con las tonalidades más intensas (teja, azafrán…) y descubrir la cara más glamurosa y sofisticada de este color. ¡Todo un descubrimiento!