No hay librería en nuestro país que carezca de algún ejemplar con mandalas para colorear. Hay de todas las temáticas y de diferente complejidad, pero lo que es innegable es que estas figuras complejas de origen hindú y tibetano han seducido a millones de personas alrededor del mundo por su capacidad relajante.
La tradición mágica de los mandalas
Los budistas utilizaban el coloreado de estas figuras como parte del proceso de meditación tratando, a través de sus formas, de conseguir dejar la mente en blanco. En ese sentido, consideran el mandala como una herramienta necesaria en el camino a conseguir el equilibrio espiritual.
Las figuras propias de los mandalas forman parte de una tradición que no solo pertenece a la cultura budista, sino que sus formas geométricas también están presentes en otras manifestaciones culturales como los atrapasueños indios o los laberintos de las iglesias góticas. Como puede observarse, siempre existe una conexión del mandala con el plano místico o espiritual.
Las ventajas de colorear mandalas
A la hora de colorear un mandala, lo más importante es dejar la mente libre para poder disfrutar del trabajo y concentrarse en la tarea de colorear, sobre todo cuando ya se han realizado varios. No es cuestión de repetir la gama de tonalidades que empleamos, sino de dejar que cada mandala nos inspire sensaciones diferentes.
Si se busca obtener el máximo beneficio posible, la actividad ha de realizarse en un lugar tranquilo y silencioso (aunque se puede acompañar de música suave), que favorezca la relajación y nos libere del estrés del día a día. Es un elemento que no sólo nos aleja de los problemas cotidianos, sino que además estimula la creatividad.
Por algo esta actividad se utiliza como recurso terapéutico y es protagonista del llamado arte terapia. Y es que, según la tradición, el mandala representa el ser humano y la totalidad de su mente, la consciencia y la inconsciencia, y cada figura y color tienen su propio significado, por lo que algunos lo utilizan como una herramienta de autoconocimiento. La teoría consiste en que, a medida que la persona va coloreando cada figura, va expresando diferentes pensamientos y emociones, y, en consecuencia, liberando la mente.
Una vez que se haya terminado de colorear el mandala, dedicar un momento a su contemplación completa el proceso de meditación y relajación. Es, en definitiva, un método que aliviará los síntomas derivados de la ansiedad o el estrés y que incluso, puede contribuir a paliar problemas de insomnio.
Es una actividad que además podemos realizar con nuestros hijos y que contribuirá a mejorar su capacidad de concentración, asociación (entre colores y figuras geométricas), psicomotricidad, creatividad, etc. Con ellos puede empezarse por diseños más sencillos e ir complicándolos a medida que van cogiendo soltura. Además, pueden utilizarse para decorar las paredes de su habitación.