Seguramente todo el mundo ha visto un mandala en su vida, aunque estas personas no sepan exactamente cuál es su denominación. Concretamente, un mandala es un símbolo de origen indio y se identifica como una representación de tipo espiritual que te ayuda a relajarte y a transmitir cosas positivas.
Está formado por figuras geométricas que, entre ellas, configuran un círculo armónico. Según algunas afirmaciones teóricas, pintarlos y colorearlos ayudan a mejorar la concentración y la autoestima. Por eso, muchos padres y educadores indican que pintar mandalas cuenta con grandes beneficios para los más pequeños de la casa.
Los mandalas ayudan a la concentración de los niños
Los mandalas son dibujos formados por figuras geométricas que prácticamente se repiten a lo largo del diseño creativo, por eso pintarlas supone que el niño tenga que estar concentrado a la hora de realizar la actividad. Relacionar una figura determinada con un color concreto es fundamental para desarrollar la capacidad de asociación.
Puedes empezar eligiendo mandalas más sencillos para que el niño no se encuentre perdido y pierda interés. Más adelante, para que no se aburra, puedes ir incluyendo diseños más complejos donde puedan aprender a desarrollar sus capacidades más eficazmente.
Las creaciones perfectas para mejorar la psicomotricidad y la creatividad
Los niños pequeños deben aprender a manejar sus manos a la hora de dibujar. Generalmente lo que conocemos con “no salirse de la línea”, se puede mejorar mucho pintando mandalas. Esta disciplina es lo que se conoce como psicomotricidad fina y, aunque la mayoría de niños la va adquiriendo poco a poco, no está de más ayudar a su desarrollo.
A edades tempranas también es fundamental desarrollar la imaginación y la creatividad, y los mandalas son perfectos para ello. El niño tendrá que combinar colores e irá inventado nuevas técnicas, con las que irá creciendo poco a poco.
Conocimiento de nuevas formas geométricas
Para los niños más pequeños, que todavía no estén familiarizados con los nombres de las distintas figuras geométricas, es una idea estupenda para que las aprendan y las relacionen entre sí. La complejidad de los mandalas es perfecta para conseguirlo.
Ellos, con mandalas más simples, pueden aprender las figuras más básicas, para después ir aprendiendo otras más complicadas. Incluso, aunque a las edades a las que los niños pintan mandalas ya conocen los colores, pueden ser una opción perfecta para asimilar otras tonalidades que, de por sí solas, puedan resultar complicadas.
Ayudan a fomentar el sentido estético
Los niños poco a poco van teniendo en cuenta la idea del sentido estético, que solo se forma con la práctica y con el paso de los años. Con los mandalas, van practicando y comienzan a detectar qué colores combinan mejor para obtener los resultados más adecuados.
Los mandalas son una decoración perfecta para la habitación de un niño. El pequeño se sentirá muy orgulloso de ver sus dibujos colgados en su casa. Para dar un aspecto más cuidado, es recomendable que los enmarques con un cristal. ¡Parecerá que tienes un gran artista en casa!