Las calles ya han encendido las luces navideñas y con ellas la ciudad adquiere un ‘look’ más festivo. Y, como si un pistoletazo de salida se tratase, ha llegado el momento de encender también la luz en nuestras viviendas.
Sigue la luz
Si la iluminación es uno de los elementos claves del interiorismo, cuando llega esta época se convierte en la pieza determinante para transformar las estancias y transportarnos a la mismísima casa de Papá Noel.
Poderes mágicos
Las luces poseen la capacidad de crear una atmósfera navideña y dar protagonismo a aquellos rincones de tu hogar, que quieres destacar. Además, de la iluminación general de tus espacios, son los pequeños detalles los que conseguirán un toque brillante y atractivo. Para no enredarte entre las distintas opciones, lo ideal es que planifiques qué zonas quieres que tengan luz navideña, el tipo de iluminación y las opciones que tienes para conseguirlo. Se trata de diseñar ambientes especiales, no de convertir tu casa en una atracción de feria. Por eso, tampoco debes abusar y usarla en todas las estancias. Lo ideal es ‘vestir de Navidad’ la entrada, el comedor y el salón. Sin olvidar, la escalera –es un punto clave– y, por supuesto, el exterior. Un consejo, apuesta por la iluminación led y gastarás menos.
En diferentes planos
La máxima para una iluminación navideña es buscar la calidez y hacer que cada zona sea acogedora y agradable, que te invite a pasar y a quedarte. Por eso, la iluminación de halógenos, lámparas y apliques debe ‘abrazarse’ con puntos de luz, estratégicamente ubicados: sobre la mesa de comedor, en la chimenea, la ventana, una mesita auxiliar… El número de ‘recursos luminosos’ depende de tus gustos, si adoras el exceso o prefieres dar simple pinceladas, que insinúen y te introduzcan despacio en una atmósfera navideña.
Las posibilidades son muy variadas y aptas para todos. Desde guirnaldas de luz, en el techo, la pared o como un ‘camino’ en tus muebles y o tu mesa; hasta figuras iluminadas; farolillos; carteles luminosos… Son opciones que te permiten jugar tanto con los colores como con la intensidad, ayudándote a diseñar proyectos lumínicos diferentes, según la zona.
Bajo el influjo de las velas
Son un clásico (y un básico) de la decoración de estas fechas. Con ellas, todo parece sumirse en un ambiente encantador, que parece bailar a su ritmo. Además, son capaces de relajar cualquier espacio, incluso aquél donde nos hemos dejado llevar por el color y la luz blanca. Si las eliges aromáticas, contribuirás doblemente a crear sensaciones.
Idóneas para decorar la mesa de comedor y diferentes rincones del salón, como la chimenea o la ventana, en los dormitorios y el baño ofrecen su mejor versión, ya que contribuyen a relajar y a buscar el confort. Candelabros, farolillos, portavelas clásicos, etc. Las velas ofrecen un gran universo estético, para que elijas el modelo que mejor encaje en cada momento y lugar. Deja que su luz lo llene todo, incluso el exterior, y contágiate de su calma.