El verano está a punto de desembarcar y cuando lo hace, debes estar preparado para que no te pille desprevenido. De la misma manera que renuevas tu vestuario, debes cambiar la deco, para que también respire buen tiempo y muestre su lado más fresco y colorido. No se trata de poner todo ‘patas arriba’ sino de jugar con los detalles y las telas, para que su imagen huela a verano con pequeños toques y pinceladas.
Sueños de una noche de verano
Es el momento de abrir las ventanas, de dejar que el sol llegue a todos los rincones (aunque en breve, buscarás la sombra) y de aliarte con materiales naturales, tejidos ligeros y una gama cromática menos previsible y más atrevida. Estamos ante la estación de las vacaciones y las largas veladas en la terraza o el jardín, la vida se abre hacia el exterior y nosotros no debemos ponerle barreras visuales. ¡Bienvenido buen tiempo!
En proceso de cambio
Para empezar, debes ‘limpiar’ los suelos de mullidas alfombras, descolgar las cortinas más pesadas, arreglar la chimenea, desterrar al trastero las sillas con bellas y recargadas tapicerías de terciopelo y guardar los nórdicos, las mantas y todo aquello que su simple visión suba la temperatura y te haga pensar en las frías tardes de invierno. Para introducir el buen tiempo en tus estancias, simplemente es necesario ‘sufrir’ una transformación, que la convierta en una bella mariposa multicolor.
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El poder de los detalles
Necesitas ‘refrescar’ tu casa con una decoración más ligera, que transmita frescura e inyecte optimismo al ambiente. El color blanco, un verdadero comodín en el interiorismo, gana puntos en esta época, convirtiéndose en un aliado, tanto en paredes como en telas, accesorios o mobiliario. Junto a él, vuelven a nuestras casas, tonalidades, como el azul (un ‘hit’ del verano), el rosa o el morado, ideales para poner una nota alegre a nuestras estancias.
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Los materiales naturales, desde la madera a las fibras, son también muy recurrentes en esta época del año. Igual que tejidos, como el algodón o el lino. Ligeros y (casi) invisibles, visten la cama o las ventanas, creando atmósferas llenas de encanto y frescura. Sin olvidar, la importancia de las flores y las plantas. Naturales o artificiales, transmiten frescura con su sola presencia y ponen su toque ‘chic’ a los ambientes más minimalistas.
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Tu (pequeño) paraíso tropical
Lleno de color y pasión, este estilo, tremendamente veraniego, te trasladará directamente a una playa salvaje o una vegetación exuberante y verde. Para conseguirlo, apuesta por tonalidades intensas de azul, naranja, amarillo o rosa; responde a la llamada de la selva y recurre a plantas frondosas, a ser posible sin flores, sin olvidar los cactus (buenos aliados de esta estética). Hazlo de manera exagerada, dejando que la naturaleza se apodere del ambiente. Y, por supuesto, juega con los estampados típicos (piñas, pájaros, flores…), que no por ser ‘clásicos’ de esta tendencia, pierden poder visual ni sensorial.
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Se trata de una corriente muy impactante, por lo si tu atrevimiento no llega a esos límites o no te ves viviendo en medio de la selva, es preferible dar alguna pincelada a algún rincón de tu hogar y no trasladar directamente la casa al trópico. ¡Cuestión de armonía!