Que sea bonita, que encaje en el ambiente, que sirva también como revistero, ‘pupitre’ para los más pequeños, para tomar el café, destacar alguna pieza especial, guardar los mandos de la televisión… Sus posibilidades y funcionalidades son inmensas. Destronada muchas veces por el sofá, el indudable rey del salón, la mesa de centro tiene, sin embargo, un papel primordial en el resultado visual y estético de esta estancia.
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Una pieza camaleónica
Esta secundaria de lujo puede influir notablemente en la decoración y poner su granito de arena. Además, se trata de un elemento móvil, por lo que la puedes adaptar al momento y la situación.
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Compartiendo estilo
A la hora de elegirla, piensa que el sofá es el que va a dictar el espíritu de la misma, ya que alrededor de él gira el resto de la decoración. Si se trata de un estilo nórdico, la madera y los colores neutros serán buenos aliados. Mientras que si hablamos de la estética industrial, debemos optar por madera, metal o acero. El cristal, por su parte, es un buen acompañante de las decoraciones minimalistas y sencillas, tanto clásicas como contemporáneas.
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Ten en cuenta que nunca has de poner dos piezas con mucho carácter juntas, ya que al hacerse la competencia, ninguna destacará y se perderá su personalidad en este choque. Si el sofá es impactante visualmente apuesta por una mesa sencilla, si por el contrario es de líneas rectas y tapicerías neutras, da la nota con la mesa de centro.
Tamaño y forma: el cómo de la elección
Fíjate en dos aspectos: los metros en sí que tiene el salón y el espacio disponible entre la mesa de café y los sofás y sillones. Debe integrarse, por eso únicamente en estancias de grandes dimensiones puedes apostar por tamaños XL. Ojo esto tampoco quiere decir que escojas una XS, ya que no debe ser inferior a la mitad del sofá. ¡Se tiene que ver! Respecto a la altura, lo ideal es que no sea más alta que el asiento o incluso más baja, para que mantenga la continuidad visual.
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La forma de la mesa también es algo que debes tener en cuenta. Las rectangulares son las más versátiles, ya que se adaptan a todos los huecos, metros y distribuciones. Las redondas (ligeras y muy atractivas) necesitan, además, más metros; y las cuadradas son perfectas si vas a usarlas, por ejemplo, para comidas informales o zona de estudio o recreo para los niños, aunque no son una buena elección en interiores pequeños, ya que sobrecargan la decoración y precisan espacio suficiente, para poder moverte cómodamente a su alrededor.
Materiales: el qué de la elección
Evidentemente va directamente relacionado con el estilo del ambiente. La madera es todo un referente. Contundentes y con una fuerte presencia son siempre una opción a tener en cuenta. Eso sí, siempre que existan otros elementos de madera, como las patas del sofá o algún objeto decorativo. Y si puedes, procura no mezclar distintas especies, para mantener mejor la armonía. En cristal resultan ligeras y sencillas de integrar, algo que también ocurre con las lacadas en blanco. En función de los elementos que la rodean es capaz de ‘adoptar’ un estilo u otro, siendo una pieza clave en espacios pequeños o con una decoración muy recargada.
El plástico es también un material muy adecuado para estas piezas, aporta frescura y un toque ‘chic’, además permite infinidad de formas y colores. Mientras que la ligereza de los metales y su estética industrial son buenos acompañantes en salones contemporáneos.