La luz del Mediterráneo se cuela sin complejos (y sin miedo) en esta vivienda del Mar Menor. Pero lejos de apabullar, logra una atmósfera clara y tremendamente cálida, dulce, incluso, se podría decir. Un ambiente relajado, donde se respira y se vive calma, ideal para desconectar y descansar del estresante ritmo de la vida actual.
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El corazón de la vivienda
Este proyecto de Baltus Collection logra el equilibrio perfecto, sin estridencias ni notas discordantes, entre el espacio y la decoración. La distribución se establece en torno a una gran estancia principal, alrededor de la cual gira toda la vida familiar. Un espacio diáfano y luminoso, corazón de la vivienda, donde 'hall', salón, comedor y cocina comparten no sólo metros cuadrados sino también el mismo interiorismo.
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Cuestión de equilibrio
Sin duda, esta casa es una muestra de cómo el lujo puede tener más de una cara. La del exceso, que no es el caso, y la de la sobria elegancia, en la que el buen gusto se instala en cada uno de sus rincones. “Hemos apostado por un mobiliario de líneas depuradas y sobrias, donde el color de los muebles oscila desde los blancos cálidos a grises aterciopelados. Todo en contrastes suaves, de forma que el encuentro de la textura de las vetas de las maderas lacadas y el de las superficies pulidas se produce suavemente y de manera natural”, explican desde Baltus Collection.
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El arte es, sin duda, el otro gran protagonista de esta vivienda. Cuadros, esculturas y otras manifestaciones se descubren en (casi) todas las estancias. El resultado, además de tremendamente artístico y bello, aporta sensación de vida, por un lado, y ‘charme’, por el otro.
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La calidez de la madera
El color se reserva para el suelo de madera de nogal, que realza el mobiliario y dibuja siluetas de cada habitación. Los tapizados geométricos de corte étnico, así como los complementos en madera, aumentan la sensación de calidez y coordinan con muebles, que a su vez reinterpretan mobiliarios tradicionales, como el aparador Thai situado en la zona del comedor, que simula un mueble de té en su versión más exquisita.
En las habitaciones, los grandes cabeceros tapizados aportan pinceladas de elegancia, configurando motivos geométricos en unión de sedas y maderas. Todo un universo de texturas y acabados.
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Pinceladas de color
El predominio de blancos y grises, con permiso del suelo de nogal, se rompe en el cuarto de baño, donde el rojo del mobiliario, atrevido y muy actual, se enfrenta al cromatismo existente, en un guiño rompedor. Toques coloristas que contrastan con el estilo predominante en el resto de la vivienda, pero que respeta siempre las formas sobrias del resto de elementos, para no romper la armonía.
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En definitiva, un proyecto donde la luz tiene la primera y la última palabra, donde la riqueza de los materiales y los brillos de las superficies pulidas potencian la luminosidad de unos ambientes ideados para disfrutar de ellos, que invitan claramente al relax y la calma.
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