Cuando la luz tiene la última palabra
Es el broche final de todo proyecto de decoración. Capaz de transformar los espacios y dar visibilidad a los ambientes, posee, además, la capacidad de emocionarnos. Nos rendimos ante el poder de la iluminación.
La iluminación de las distintas estancias de la vivienda despierta emoción y pone en marcha nuestros sentidos. Es una forma de entender la casa, de disfrutarla y sentirla.
Luz y espacio: una relación indisoluble
“Para el fenómeno de la luz son precisos tres elementos: una fuente de luz, un objeto y un observador. Si en esta ecuación falta uno de estos elementos, este principio no se cumple, desaparece. Ante esto es fácil entender que no hay espacio sin luz y no hay luz sin espacio”, afirma Juan Antonio Ibáñez de Gaudir Iluminación (gaudir.es).
La gramática de la luz
Para interpretar los estímulos, sensaciones y emociones que provoca la iluminación, se establecen tres pautas: luz para ver, para mirar y para contemplar. El equilibrio de las tres es similar a una composición musical, donde cada instrumento se presenta de forma armoniosa. “La luz para ver es la general, que se distribuye, normalmente, uniformemente. La luz para mirar es la que determina órdenes, destaca zonas y posee la capacidad de crear un discurso escenográfico. Acentúa, modela, dirige la mirada del observador y nos ayuda a interpretar el espacio. Y, finalmente, la luz para contemplar. La más artística, no tienen ningún fin concreto, su poder radica en provocar emociones. Es aquella que transforma un ambiente, la luz de una vela en un restaurante romántico, por ejemplo”, explican desde Gaudir Iluminación.
Dime la estancia y te diré su iluminación
Está claro, no precisamos la misma luz en la cocina que cuando nos sentamos por la noche en el salón, leemos en la cama o nos maquillamos en el cuarto de baño. Mientras que en la cocina, un espacio dinámico y práctico, necesitamos una luz que sea uniforme y no produzca sombras, próxima a la natural; en el salón debemos dotarla de un carácter distinto, capaz de crear atmósferas diferenciadas que acompañen al interiorismo, los materiales y las texturas. Así, una luz empotrada en el falso techo convive con lámparas decorativas, suspendidas o de sobremesa. La domótica aplicada a la iluminación es un valor añadido en esta sala, ya que nos permite crear nuestras propias escenas de luz. Por su parte, en el cuarto baño hay que optar por una luz dirigida hacia nuestro rostro en la zona de los lavamanos (evocando la imagen de los camerinos). La seguridad también es clave en este ambiente.
Lámparas que reinterpretan la belleza
Y la hacen suya. Algunos modelos son verdaderas esculturas, piezas que hablan pos sí mismas y adquieren el protagonismo de las estancias. El papel de las luminarias actuales ya no es sólo práctico, que evidentemente es su razón de ser, sino que va más allá y encierra belleza y originalidad. Modernas, con color y formas exclusivas, la tendencia apuesta por diseños futuristas y rompedores, clásicos con reminiscencias de siglos pasados o con un marcado carácter industrial que desnuda la bombilla y apuesta por el metal.
En este universo de luz, no se puede olvidar a los LEDS, como ejemplos de un uso de la energía racional, haciendo un consumo eficiente. Esta tecnología hace suya la regla ‘menos es más’: menos consumo, más eficiencia, menos tamaño, más aplicaciones…