Pon un sofá (o dos ) en tu salón y ya puedes hacer vida en él. Es la primera pieza que se elige, la que suele tener más peso visual y el que más seguidores tiene por sus muchas posibilidades. Desde tardes de cine hasta siestas de domingo, sobremesas largas, espacio de lectura, cama de invitados improvisada… Está claro, puede dar mucho de sí y hacerte la vida más fácil a ti y a tu familia. Por este motivo, elegir el adecuado resulta muy importante. Fíate de tu instinto, pero antes de llevártelo… ¡Pruébalo!
Aspectos que no debes pasar por alto
Todo influye. A la hora de su elección debes tener en cuenta los metros del salón, la distribución del espacio, cuántas personas sois en casa (todo el mundo debe tener su sitio para ver la tele, por ejemplo) y si hay niños. Ya se sabe que los ‘accidentes’ existen, por lo que es preferible optar por una tapicería lavable o con tratamiento antimanchas.
Bonito y cómodo: el tándem perfecto
Si el lado estético importa, la comodidad es determinante para convertirlo en el rey de la casa. Esta pieza debe ser como un buen traje a medida, de forma que con el tiempo, se vaya adaptando a nuestro cuerpo y a nuestras costumbres, aumentando, por tanto, su confortabilidad. Ni blando ni duro, ante todo cómodo. Tiene que tranformarse en un elemento de relax en el que quieras pasar tiempo, no un potro de torturas, del que te levantes con dolor de cuello. Como regla general, el respaldo debe ser más blando que el asiento. Tras este pequeño matiz, prueba distintos modelos: con el respaldo alto, el asiento ancho, el reposabrazos blando… Y comprueba que las caderas no queden más hundidas que las rodillas o que al sentarte bien, tus pies no cuelguen. Son esos pequeños trucos de experto que no debes pasar por alto.
Dos más dos, ahora no son cuatro
Pueden ser tres o cinco. Todo es posible. La época de los sofás gemelos y paralelos se ha terminado. Ahora la mezcla, sin perder de vista la armonía, es la máxima a seguir. Puedes combinar un cuatro plazas con una butaca y un sillón o apostar por la armonía de un dos plazas con un cuatro. En la variación está el gusto. Por este motivo, tampoco deben tener obligatoriamente tapicerías idénticas o ser modelos iguales. La clave está en el equilibrio de diseños y telas. Una pizca de extravagancia es siempre un buen recurso para poner una nota personal a los ambientes.
El blanco en todas sus variantes sigue siendo un color perfecto, por su capacidad para multiplicar los metros y su carácter comodín (encaja con todos los estilos y tonalidades). Para los más arriesgados, las tendencias elevan el tono e introducen verdes, morados o amarillos, que dan la nota, pero sin perder su elegancia natural, eso sí.
La hora de los 'XXL'
Los nuevos salones amplían el tamaño de sus sofás y disminuyen el de otros elementos, como la mesa de centro. Se llevan los grandes diseños, a los que es imposible no dirigir la mirada. Ocupan y se ven, porque al tamaño XXL se le suele sumar un color atrevido e impactante.
Eso sí, como siempre sé coherente con las proporciones del espacio. Se trata de seguir las tendencias, pero con coherencia. Si tu salón no da de sí, opta por un modelo más pequeño con una tapicería llamativa. Lograrás el mismo efecto, pero con mayor ligereza visual.