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Las casas son (o deberían serlo) reflejo del estilo de vida, la personalidad y el gusto de sus moradores. Y, por supuesto, ésta no es una excepción. La vivienda de la arquitecta Teresa Sapey (teresasapey.com) es un mundo en sí, su mundo, eso sí. Luminosa, divertida y llena de contrastes, como ella. Todo está tocado con su varita y creado a imagen y semejanza de ella misma. El resultado es un ‘hogar’ (‘aquí se vive’, parece indicar cada detalle), cómodo y funcional, que invita a las visitas a quedarse. O al menos eso nos ocurrió a nosotros.
ARMONÍA VISUAL
Ubicado en una de las zonas nobles de Madrid, con espectaculares vistas al Retiro, aunque alejado del bullicio del centro, este espacioso apartamento (142 m2) ya sufrió una reforma hace años cuando la arquitecta entró a vivir en él, pero debido a un cambio familiar ha tenido que ser repensado. “Hubo que eliminar un comedor y dar una vuelta a las habitaciones. Y ya puestos, cambié el mobiliario y la decoración”, explica Teresa.
Al traspasar la puerta, se contempla un lienzo de paredes y suelos blancos, con pinceladas de color aquí y allá, una verdadera obra de arte viva y habitable. Aquí, conviven en armonía y equilibrio muebles de familia antiguos con piezas de diseño modernas, obras de arte contemporáneo y cuadros de otra época, creando un conjunto único y especial. “Ante todo un hogar tiene que mimar. Ser bonito, pero no un showroom”, puntualiza Teresa.
ESPACIOS PARA COMPARTIR
Cada estancia busca la comodidad y la funcionalidad a través de los colores, la distribución y el mobiliario. El gran salón, siempre abierto a los amigos, es casi como una galería de arte y decimos casi porque aquí no sólo se observa (ya que es imposible no dirigir la mirada de un rincón a otro o de una pieza a otra) sino que, sobre todo, se vive, se interactúa con el espacio, se disfruta, en definitiva.
El pasillo conduce a la cocina, donde como buena italiana no podía faltar café Illy y pasta Cecco, dos pequeños placeres con olor y sabor a Italia.
UN MICROCOSMOS PERSONAL
“It is more than a house. It is a world” reza una de las famosas tipografías digitales de Teresa colgada en la pared. Y es, quizás, esta frase la que mejor defina cada estancia de este apartamento.
Al llegar a su habitación se percibe un cambio, tanto en los materiales como en los muebles y los colores. Es un espacio más íntimo y personal. El suelo blanco de toda la casa se cubre aquí con una moqueta diseñada por la propia Teresa. Es en esta estancia donde se da la vuelta a los colores, de forma que tanto el mobiliario como las sábanas, las toallas y el cabecero se visten de blanco, en una clara contraposición con los objetos del salón, en tonalidades alegres y llamativas. El baño, por su parte recupera ese espíritu multicolor, mostrándose informal y lleno de vitalidad.
La puesta a punto de su propio apartamento ha supuesto un verdadero reto para Teresa Sapey, ya que “llevar un proyecto para uno mismo es más difícil. A la realidad de ‘en casa de herrero, cuchillo de palo’ hay que sumar que nunca se acaba del todo. Yo no me siento huésped en mi propia casa, yo prefiero ser actriz que espectadora, seguir pensándola y cambiándola, porque eso significa que está viva”, concluye la arquitecta.
HABLANDO CON TERESA SAPEY
Esta arquitecta italiana, española de adopción y de corazón, no para. Con la mirada puesta en las navidades, ha diseñado un árbol para estas fiestas, nos cuenta a qué dedica su tiempo.
¿En qué proyectos estás inmersa actualmente?
Estamos metidos de lleno en el diseño del nuevo hotel Room Mate en Rotterdam, para el que mi amigo Kike Sarasola ha confiado en nosotros. Tenemos un par de edificios que estamos remodelando para hacer viviendas, uno de ellos es fantástico ya que cada piso tiene inspiración en Gio Ponti.
¿Y qué tienes en el tintero?
Como es habitual en nuestra profesión, siempre hay mil frentes abiertos. Pero me gustaría hablar de la obra icónica que realmente me gustaría crear, y que sería una casa donde se cohabita con el videoarte. Soy una auténtica enamorada de esta forma de arte y me gustaría demostrar que el arte en movimiento es parte de nuestra vida normal, y que no hay que recluirlo en habitaciones negras cerradas, ya que puede ser perfectamente parte del hábitat contemporáneo.
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