Con cierto aire de loft, la cocina elimina sus fronteras y amplía sus límites al resto de la casa. Libre, espontánea, funcional y cómoda (requisito imprescindible), se convierte en un espacio social, donde reunirse la familia, hacer los deberes los niños, contestar correos del trabajo los padres… Alma de la casa, la vida gira alrededor de ella, por eso es necesario incorporarla de una forma integradora y natural.
Compartiendo estilo
Al tratarse de espacios contiguos deben poseer la misma estética, así no se interrumpe la continuidad decorativa entre los distintos ambientes. Ante la duda, mejor que vayan a juego. En esta línea, apuesta por instalar el mismo pavimento, así no habrá un ‘salto’ visual entre los espacios.
Está claro, para integrarla mejor recurre a muebles de tonalidades o materiales similares, lo que contribuye a lograr un conjunto más armónico y, al mismo tiempo, más acogedor. Incluso muchas firmas de mobiliario del sector cuentan con piezas para el salón idénticas a los muebles de la cocina, consiguiendo la integración total.
Di sí a los tonos neutros
Son los perfectos comodines en estas distribuciones. Los muebles de cocina de colores intensos, como rojos, naranjas o amarillos, resultan difíciles de combinar con el resto del mobiliario. Mientras que el blanco, las maderas claras y los neutros (beiges, cremas o arenas) son buenos aliados, ya que armonizan bien con todo tipo de muebles y resultan una buena opción para crear atmósferas desahogadas y más amplias visualmente. No olvides los frentes de acero o aluminio, ya que ayudan a realzar la decoración de la estancia y a resaltar las texturas y las telas, poniendo la nota más actual.
Electrodomésticos ‘invisibles’
Transmitir una imagen depurada, limpia y ordenada resulta clave en este tipo de cocinas, por eso suele optarse por muebles sin tiradores y por ocultar los principales electrodomésticos (frigorífico, lavadora y lavavajillas) bien integrándolos en los muebles, bien panelándolos con los mismos frentes que el mobiliario.
Otra opción, para cocinas actuales, es destacarlos como si se tratasen de un objeto decorativo. El único requisito es que debe tratarse de piezas especiales, con personalidad propia. Campanas y frigoríficos son dos de los elementos con más estilo de tu cocina. Ten en cuenta que además de bellos, deben dar respuesta a las necesidades del espacio: necesitas una campana potente que proteja de humos y olores el resto de la casa.
Una isla en un océano
Poniendo en práctica estas distribuciones puedes crear espacios únicos visualmente o ‘delimitar’ la cocina del salón y el comedor, manteniendo, sin embargo, la armonía y continuidad. En este segundo caso, puedes aprovechar las distintas soluciones arquitectónicas. Columnas, arcos, retranqueos del techo e, incluso, el propio techo son formas de mantener cierta independencia visual en un universo común.
Las islas centrales son otro recurso eficaz a la hora de acotar la cocina del resto de las zonas comunes. Puedes situar en ellas las zonas de aguas y cocción o dejarla despejada, contribuyendo a la sensación de orden. Si instalas un office de diario simplificarás las tareas y acortarás los recorridos entre las distintas zonas.
La incorporación de la cocina al salón comedor no es sólo una forma de distribuir las estancias sino una verdadera filosofía de vida, que recupera esa tradición donde la familia compartía experiencias y momentos sentados alrededor de la mesa.