Cuando el equipo de interioristas de Abok se entrevistaron con los propietarios de este amplio chalet de 400 metros ubicado en Ibiza, éstos les comunicaron sus dos peticiones principales. En primer lugar, querían una casa para vivirla todo el año, no sólo para disfrutar de la temporada estival. En segundo lugar, su idea era conseguir una decoración actual, en la que se mezclaran piezas de distintos estilos. El objetivo: crear un ambiente cálido y confortable.
Empecemos por la planta baja, la de acceso al jardín. En ella se encuentra el salón, la cocina, un precioso patio interior, un aseo de cortesía y el dormitorio principal con baño incluido. Ya desde esta zona se evidencia que la forma de hallar un lugar cálido y agradable pasaba por la apuesta al blanco. De ese modo, el suelo del salón es de mármol de ese color. Así como las paredes de ese mismo espacio.
Dos sofás blancos de lino y cojines étnicos en tonos rosas, aporta un aire de frescura. Entre ambos, encontramos una interesante y amplia mesa de centro tallada a mano con tapa de cristal diseño de Abok. Y se aportó un original elemento: se transformó un baúl antiguo comprado en un mercadillo en un original mueble soporte donde se colocó la televisión. La alfombra de cebra y las dos sillas africanas dan apoyo a todo el conjunto del salón. Para los textiles utilizaron unas caídas con vueltas y motivos de pájaros a a cada lado de los hermosos ventanales que conducen al jardín.
En esa misma zona, llama poderosamente la atención el patio interior que ilumina la estancia y le aporta una extraordinaria personalidad. Lo hace desde antes de acceder al mismo, porque está enmarcado por dos grandes puertas chinas antiguas de madera labrada. Una vez en su interior —o habría que decir exterior— nos encontramos con una pared recubierta por piedra de la isla, una gran palmera, varios bonsáis y un bolo blanco. La intención no era otra que integrar la casa en la naturaleza.
En la misma planta se encuentra la cocina, con las paredes pintadas en verde agua. Una gran isla en el centro facilita la comunicación en toda la estancia. La alacena, comprada en un anticuario, se integra a la perfección con los muebles que componen el comedor de diario para el invierno: una mesa ovalada — para dar mayor cabida a los comensales— y sillas de cuerda. Para el verano, la zona de comidas se encuentra en el exterior, una zona a la que se accede desde la cocina y que está amueblada con mesa y sillas de teka. Para potenciar la luz de la isla Pitiusa en la cocina y el office se abrieron grandes ventanales que iluminan la zona.
El dormitorio principal también se encuentra en la primera planta. Se proyectó de esta manera para poder disfrutar del jardín. El gran cabecero tallado a mano es un diseño de Abok vestido con dosel. Para los textiles se escogieron diseños románticos con caídas de arpillera con vueltas de toile de jouy a juego con los cojines y la ropa de cama. Un sofá del mismo estilo y mesitas de noche redondas completan el conjunto.
En la planta superior se encuentran otros dos dormitorios, ambos con baños en suite. Uno de ellos tiene estructura abuhardillada con vigas vistas que se decaparon en blanco. Para conseguir sacar aún más luminosidad y teniendo en cuenta el entorno de playa en el que está la vivienda, se decoró en tonos blancos y turquesas. También el cabecero de este espacio está diseñado por el equipo de interioristas. Apostaron por un diseño blanco brillante que refleja la luz del exterior . Para darle uniformidad al interiorismo de la vivienda, se completó el dormitorio con dos sillas trenzadas de bambú y un mueble antiguo chino compradas en un anticuario.
El otro dormitorio se decoró con un estilo un poco más clásico. Para ello, se colocó un cabecero tallado de madera pintada en blanco roto que coordinaba con el zócalo y con el color verde agua de las paredes. Para los cortinones, que son la clave para dar calidez al dormitorio, se eligió una tela acorde con todo el ambiente, en el mismo tono de la pared y con florecitas en color coral.