El frío ha vuelto a 'hacer de las suyas', tal y como se esperaba que sucediera. Aún así, la llegada de la primavera está ‘al caer’ y también los planes en el campo. Es en esta época cuando más apetece disfrutar de una casa en el campo. Por ejemplo en ésta, magníficamente ubicada en la comarca catalana de la Cerdanya.
Sus propietarios debieron pensar lo mismo. Y para poder aprovecharla al máximo decidieron acometer en ella una importante obra de rehabilitación y acondicionamiento. Le encargaron el proyecto al estudio Dom Arquitectura (www.dom-arquitectura.com). De las labores de arquitectura se encargó Pablo Serrano Elorduy. Del interiorismo, Blanca Elorduy. Y es que se trataba de un trabajo de magnitud. Nada menos que 600 metros cuadrados ubicados en un denso núcleo rural formado por unas 20 casas en un entorno natural espectacular.
Uno de estos grupos de construcciones formados por un pajar, una cuadra, un almacén, una pequeña vivienda y un badiu (patrio trasero situado en la parte de atrás), pertenecían al cliente, quien quiso convertirlo en vivienda propia y varios pabellones de invitados. Con tal objetivo se mantuvieron los volúmenes de las construcciones existentes, rehabilitando sus fachadas y cubiertas y redistribuyendo todos los espacios interiores.
El patio es un gran espacio cubierto y abierto, que se ha rehabilitado manteniendo las antiguas cerchas que soportaban la cubierta mediante un sistema de maderas y tejas. Se ha aprovechado esa zona para montar un informal comedor de exterior con cocina incorporada para organizar barbacoas, meriendas y comidas. Las mesas y bancos corridos son el modelo Teak 210, de Pilma. En el lateral se ha montado un 'chill out' con piezas de Kettal.
En el interior de la vivienda surgen diversas habitaciones y zonas de estar para invitados que se tratan conservando algunas paredes de piedras, revistiendo otras de madera, usando elementos de hierro de soporte y combinando pavimento de madera con azulejos hidráulicos. El resultado es realmente cálido e informal.
La idea era generar una serie de espacios amplios en un entorno rural, donde las privilegiadas vistas forman parte —y con gran protagonismo— del paisaje interior. De ahí los grandes ventanales que dominan la mayor parte de la arquitectura de la casa. Casa decorada sin ningún tipo de recarga estética. Muy al contrario, huye de todo artificio, y apuesta por espacios limpios y pocas y seleccionadas piezas de mobiliario. Además, paredes blancas. Y, en la mayor parte de la casa, suelos en madera en color claro, con aspecto casi decapado.
Excepto la cocina y los cuartos de baño, en los que se ha escogido un porcelánico crema salteado de algunas piezas de color intenso que parece subir por las paredes como si de una enredadera se tratara. Los muebles de la cocina son de Santos. En concreto, el modelo SEDA, color gris arena con tirador de encastre en aluminio. La sensación es de ligereza y limpieza.
Para los sofás del salón se ha pensado en firmas de primera calidad y diseño como Joquer, Punt Mobles o Treku. La suite principal —y alguna otra— está proyectada como si se tratara de un apartamento con todas las comodidades, como sofás de Joquer, butaca con reposapiés de piel blanca de Pilma; y comedor, mesa modelo Núcleo y sillas Lottus, todo de Enea Design.
En el ambiente creado tiene gran importancia la iluminación. En concreto, las luminarias, de diseño, todas ellas escogidas con sumo cuidado con el objetivo de convertirse en centro de atención. Así es en la zona de comedor exterior, donde se han colocado varias lámparas Fora S de Bover. La elección se repite en el interior, para darle cierta uniformidad al espacio. Además, lámparas colgadas Aplomb de Foscarini; y de pie Amphora, de Bover, empleada tanto en exterior como en interior.