En numerosas ocasiones hemos hablado en esta sección de la importancia del color en la decoración. Lo mucho que transmite y los efectos que se pueden conseguir según qué color domine la estancia a decorar. Incluso nos hemos referido a cómo decorar combinando determinados colores, como el blanco y el negro. Pues bien, en esta ocasión nos vamos a referir al color que no es ninguno. El color que en realidad representa la ausencia de color: el blanco.
Porque se ha convertido en esencial en decoración. La interiorista Susanna Cots lo cuenta así: “El blanco es la base y la unión de todos los colores y se convierte en el punto de partida de cualquier proceso creativo.” De hecho, Susanna es una gran defensora de la utilización del blanco puro. Tanto es así, que algunos de sus proyectos llaman la atención por apenas emplear color: “Creo en la sensibilidad y sencillez que transmite el blanco; y en la estimulación positiva que provoca a los sentidos.”
Desde luego nadie pone en duda que “es el color de la luz solar, y por eso consigue con tanta facilidad dar sensación de luz a los espacios”. Sin embargo, Cots asegura que “las tendencias vienen marcadas por el uso de un color en concreto. De ahí que se acaben utilizando los colores en función de las modas. En mi opinión se tiene que buscar una continuidad cromática para dar confort visual a un espacio, a fin de que sea relajante a la vista y, al mismo tiempo, se cree una tendencia que vaya más allá de las modas y perdure en el tiempo”.
Cierto. El blanco es un color que nunca pasa de moda. Pero además es un color muy recomendable para las viviendas justas de tamaño porque realza la luz existente —natural o artificial— y aporta luminosidad. Y, de paso, ofrece una percepción del espacio más amplia. Por otro lado, el blanco es muy versátil gracias a sus muchos matices y a que se puede combinar fácilmente y siempre con acierto. Cots: “Nos permite aplicarle cualquier otro color a partir del cual podemos jugar a crear contrastes. Por ejemplo, nos gusta combinarlo con el negro”. También armoniza a la perfección con colores neutros como el gris o los crema. Y es ideal para disminuir la intensidad de los colores puros.
Si tienes dudas respecto al estilo decorativo con el que acertarás si apuestas por el blanco, no temas. No hay posibilidad de errar. Imagina un espacio minimalista. Sí, abunda el blanco porque inevitablemente se asocia ese tipo de ambientes con el color, la pureza, la ligereza.
Pero lo mismo sucede con el industrial (y el nórdico: recuerda que lo emplean como base de la mayor parte de sus ambientes), en el que se combina con metales y maderas naturales. Tampoco fallarás si tu estilo es el más clásico, porque es un color atemporal. Puedes apostar en ese caso por los muebles lacados combinados con textiles como el algodón o la lana. Conseguirás un entorno cálido y acogedor.
Ten en cuenta que no sólo nos referimos al blanco puro, al blanco nuclear. Hay multitud de tonalidades en este mismo color que te ayudarán a conseguir matizar la luz y el ambiente que persigues. Susanna Cots nos recuerda algunos de ellos: “el blanco hueso, el blanco gris, el blanco beige, el blanco sucio”. No te olvides de todos ellos porque evitarás con ellos caer en uno de los errores más habituales de la decoración en blanco: la frialdad.
A poco que te empeñes y lo combines con otros tonos, mantendrás un ambiente agradable en el salón, por ejemplo, Con sofás y librerías blancos. Pero también en los dormitorios. Recuerda que es el tono más relajante que existe. El que está asociado a la paz. Búscalo para los textiles: cortinas, edredones, sábanas…
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