A 1400 metros de altura, en la sierra de Alcaraz, en Albacete, se sitúa esta hermosa casa de campo sencilla y cálida a partes iguales. Una vivienda en la que la construcción y la decoración perseguían un objetivo común, evidente, rotundo: combatir la sensación de frío provocada por las bajas temperaturas que marcan los termómetros aquí gran parte del año.
La solución a ese problema fue realmente efectivo y tiene un nombre: madera. En efecto, el decorador Alberto García encontró en la utilización de la madera natural la fórmula perfecta para conseguir la calidez requerida y, de paso, armonizar las diferentes estancias de este chalet unifamiliar de 160 metros cuadrados distribuidos en dos plantas.
La de acceso cuenta con un amplio salón comedor y cocina alargada y abierta al resto del espacio. En la planta, además, hay un baño de cortesía y un dormitorio en suite. La planta superior dispone de una pequeña y agradable zona de estar desde la que se accede a los otros dos dormitorios, ambos también distribuidos en suite.
Para ganar calidez, García recurrió a la madera en la mayor parte del suelo de la casa. Excepto en las zonas húmedas, donde se empleó como pavimento porcelánico en acabado roble cognac. Tiene un buen número de ventajas, como que cuenta con la apariencia de la madera, pero con las propiedades del gres. Así que también se empleó en el revestimiento para la chimenea, dando como resultado una gran calidez visual.
Precisamente esa pieza de doble cara y diseño moderno, hace las veces de zona de paso entre comedor y salón. Lo divide, pero al tiempo lo unifica gracias a la conexión de los materiales: idéntico pavimento en ambas estancias y en ambas caras de la chimena. La elegancia viene dada por el color negro utilizado tanto en la chimenea como en el Eames Longue Chair y en las puertas.
En cuanto a la cocina, se trata de un diseño realizado por el propio interiorista utilizando la madera de roble como base y un acabado acrílico a poro abierto. Esta textura unida al volumen escultural que oculta la campana, dota de personalidad a la cocina. Los tiradores ocultos le dan al espacio un toque extra de sutiliza y elegancia.
El dormitorio principal se sitúa en esa misma planta. Es amplio, pero se quiso darle aún más sensación de espacio empleando vidrio como separación entre la habitación y el cuarto de baño. Eso sí, dejando un pequeño murete para guardar la zona más intima. La decoración se completó con mobiliario en roble natural y una moqueta en color lino que combina con las cortinas.
En general, para la decoración de esta vivienda, Alberto García recurrió a un un esquema cromático basado en los colores neutros, presentes en el lino de los estores, las alfombras y el mobiliario. Esa sensación de suavidad contrasta con las tonalidades de los diferentes acabados de la madera que se han buscado. El objetivo era, de nuevo, crear espacios acogedores en los que se combinaran colores suaves y diferentes texturas.
Ejemplo de esa idea es la sala de estar de la planta primera, la que da acceso a los otros dos dormitorios. Para esta zona se escogió mobiliario en chapa de nogal y de lineas rectas que juega con una alfombra de piel de potro. Sobre ella, la siempre efectiva Plastic Armchair Daw. De nuevo los Eames aparecen en esta casa.
Los otros dos dormitorios siguen en la línea de la sencillez en mobiliario y colores. Con paredes recubiertas con pavimento de gres imitando madera. Y con ropa de cama y textiles marrones, beis y tostados que armonizan con el resto de la vivienda.
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