© Adobe StockEl laurel, o lauro, se conoce desde hace siglos y con sus hojas se coronaba a poetas, ballicheres, deportistas, poetas y emperadores, como símbolo de distinción y victoria, en las antiguas Grecia y Roma.
Famoso por sus usos medicinales, en la cocina también ha tenido siempre una presencia destacada, especialmente sus hojas, que sirven para aromatizar y saborizar todo tipo de platos, aunque antes de servirlos se quitan porque no se comen.
¿Cuál es el origen del laurel?
Se trata de una planta originaria de varios países del mediterráneo -en cuyas cocinas está muy presente-, pero hoy en día se emplea también en otros muchos lugares del mundo. Sobre todo se utilizan sus hojas y las bayas también pero de forma menos habitual.
Antigüamente era venerada y empleada, además de con usos medicinales, en rituales de protección y adivinación.
¿Qué aporta el laurel a la salud?
El laurel es rico en vitaminas, ácido fólico y minerales como el calcio, el hierro, el magnesio, el potasio, el zinc, el selenio y el fósforo.
Y entre las muchas propiedades beneficiosas para la salud que se le atribuyen está la de ser diurético, expectorante y carminativo, además de un buen estimulante del apetito y de tener propiedades antioxidantes, bactericidas, antisépticas y antiinflamatorias.
Mejora las digestiones, alivia cólicos y dolencias tanto gastrointestinales como musculares. Por su acción vasoconstrictora también contribuye a regular la circulación sanguínea y a relajar los impulsos nerviosos -tan propios de cefaleas y migrañas-.
Eso sí, se recomienda no abusar de él porque también tienen sustancias que, en grandes cantidades, pueden resultar tóxicas como la oleandrina y la neriina, que pueden producir alteraciones en el corazón o en el estómago.
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¿Cómo se utiliza el laurel en la cocina?
Sus hojas, muy empleadas para hacer infusiones -ideales para dormir y aplacar los nervios-, se echan en sopas, guisos, estofados, carnes, pescados, mariscos y vegetales, e incluso en postres.
Se utilizan generalmente enteras, se ponen al inicio del cocinado y se retiran antes de servir, pero además, pueden ser trituradas o molidas para darle sabor y aroma a la comidas.
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Hay elaboraciones en las que no falta el laurel como marinados, muchas conservas y la mayoría de escabeches.
Sí te hacemos una advertencia, porque el laurel está dotado de gran potencia, así que con echar una hoja -fresca o seca-, o a lo sumo dos, a tus elaboraciones, será más que suficiente.
En el mercado, se suelen encontrar secas y en este estado, pierden bastante potencial y ese característico toque a eucalipto, por lo que te recomendamos plantarlo en casa. Eso sí, siempre alejado del sol y del calor, porque se echan a perder pronto y tienden a amargar.
Te dejamos algunas recetas en las que las hojas de laurel no pueden faltar.
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El laurel es 'un viejo amigo' de los caldos y se suele incluir al elaborarlos, ya sean de carne, ave o pescado, como en este caso. Te mostramos el paso a paso par conseguir un caldo de pescado perfecto, al que darle múltiples usos.
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Otro de los usos tradicionales del laurel es en todo tipo de guisos y en los de legumbres no pueden faltar. A tus lentejas estofadas, estas hojas le aportarán un toque delicioso, eso sí, sin pasarte con la cantidad.
Paso a paso: sopa de letras con bolitas de la huerta
Casi a cualquier sopa, el laurel le aporta un aroma que resalta su sabor, eso sí, poniendo la medida justa. A esta recetas con letras de pasta y varios vegetales, ¡le va de miedo esta planta!
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Otro de los usos más extendidos del laurel es en conservas de todo tipo. Además de en los clásicos mejillones, es ideal para hacer elaboraciones como esta, de setas en aceite, que también lleva otras hierbas aromáticas.
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Y si hay un condimento que no suele faltar cuando hacemos escabeches ese es, sin duda, el laurel. Junto a las bolitas de pimienta negra, aporta sutiles sabores y aromas a esta ventresca de atún, que resulta muy jugosa preparada de esta manera.
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Las enormes posibilidades del laurel nos permiten echarlo para cocinar pescados, carnes y también caza, entre otros ingredientes. Este es un plato en el que guisamos unos muslitos de codorniz con judías blancas.
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Este es quizás el uso que más te sorprenda de nuestro laurel, porque lo introducimos en la preparación de un postre, con fruta. Aromatizamos unas peras con clavos, nuez moscada y, por supuesto, nuestras hojas protagonistas. Las endulzamos con miel de azahar.
