Entre los meses de noviembre y marzo, la alcachofa se encuentra en plena temporada -la considerada 'temprana' es en junio y hay otra 'tardía' en mayo y junio-. A nosotros nos parece una de las hortalizas más fascinantes que hay en la huerta. Es tremendamente saludable y en la cocina nos da infinitas alegrías por su enorme versatilidad.
Pero es cierto que tienen un 'pequeño' inconveniente y es que hay que pelarlas y limpiarlas muy bien antes de cocinarlas. Esto puede ser un poco engorroso pero si aprendes bien cómo hacerlo, ¡nunca más tendrás problemas con ellas!
¿Cuál es el origen de la alcachofa?
Su origen se ubica en una amplia zona que cubre la cuenca del Mediterráneo. En la Edad Media, los árabes extendieron el cultivo por Europa, mejoraron las variedades y sus cualidades gastronómicas. Los griegos y los romanos lo consideraban un alimento afrodisíaco, lo que favoreció e incrementó su fama y su uso en la cocina.
Dicen que era el bocado predilecto de la noble florentina Catalina de Medici en el siglo XVI y la verdura preferida de toda la aristocracia francesa del siglo XVIII. Hoy en día, aunque es muy popular y asequible… sigue estando considerada como una verdura exquisita.
A pesar de las espléndidas conservas que se realizan en España -principal productor mundial junto a Italia-, las alcachofas frescas son un verdadero manjar que merece la pena saber cómo manipular para disfrutar de todas sus cualidades.
Vigila siempre, cuando las compres, que la textura de la alcachofa sea firme y prieta, con las hojas cerradas y sin manchas y el tallo duro.
¿Cuáles son las propiedades de las alcachofas?
Rica en minerales y vitaminas, es baja en calorías porque tiene mucha fibra y esto la convierte en un alimento saciante. También es buena para favorecer el tránsito intestinal, combatir el estreñimiento, contribuye a reducir la absorción de las grasas que ingiramos y facilita la digestión.
Al ser rica en potasio, tiene también un efecto diurético, nos ayuda a prevenir la retención de líquidos y son conocidas sus propiedades antioxidantes.
Cómo evitar que las alcahofas se oxiden
Al partir las alcachofas, o al retirar sus hojas (que se llaman brácteas), habrás comprobado que esta hortaliza se oxida con mucha rapidez. Si no hacemos nada por evitarlo, las alcachofas se ennegrecerán. Si las cocinamos así, tendrán un aspecto feo y poco apetecible además de que su sabor también empeora y resulta más amargo.
Existen distintas formas de evitarlo, como sumergir las alcachofas a medida que las vamos pelando en un bol con agua y perejil, agua con zumo de limón, agua con vinagre o una combinación de agua y perejil y un limón cortado a la mitad, que es nuestra favorita.
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Cómo evitar mancharnos las manos al limpiar alcachofas
La misma sustancia que oxida las alcachofas nos pondrá las manos negras cuando las manipulamos, y esta suciedad es difícil de eliminar, especialmente la de los dedos. Así que la mejor forma de evitarla es emplear unos guantes de látex.
Pero si ya es demasiado tarde, y te has acordado de los guantes cuando has visto tus manos negruzcas... ¡que no cunda el pánico porque hay solución! En primer lugar, frótate las manos con medio limón. Después pon un en un bol otro poco de zumo de limón y una cucharilla de azúcar. Aplícate esta mezcla en las manos y frota bien… el azúcar hará las veces de exfoliante y el limón eliminará todas las manchas.
Cómo limpiar y pelar alcachofas
No hay única forma de pelar y partir las alcachofas, todo depende de cómo las vayamos a cocinar. Pero sí te vamos a contar cuál es la más habitual y para ello, sigue con atención estos pasos:
- Sujeta bien la alcachofa con la mano y ve sacando las hojas de una en una, tirando hacia abajo de ellas hasta que se rompan.
- Tienes que ir quitando hojas de esta forma hasta arrancar tres o cuatro capas… aunque esto dependerá de cada alcachofa, de su calidad, de si son tempranas o estamos al final de la temporada. Comprueba si las hojas están tiernas doblando una por la mitad. Si se quiebra es que ya no hace falta retirar más capas de hojas.
- Corta el tallo si es muy largo de tal forma que dejes solo unos dos o tres centímetros. Ten en cuenta que es la parte más dura de la alcachofa y aunque se puede cocinar, habría que darle más cocción.
- Pela el tallo y la base de la alcachofa con ayuda de un cuchillo puntilla intentando quitar la menor parte de pulpa. Y corta también el extremo de las hojas que has dejado.
- Una vez que tengas limpia la alcachofa, la puedes partir en mitades, en cuartos o en láminas, dependiendo el plato que vayas a cocinar.
Cómo hacer corazones de alcachofas
Hay muchas elaboraciones que requieren otro corte de la alcachofa y son aquellas en las que empleamos los corazones, que tienen su propia manera de cortarlos.
- Corta el tallo entero a ras de la base de la alcachofa.
- Recorta con el cuchillo puntilla toda la base de la alcachofa, para darle una forma en la base que se vaya redondeando hacia los extremos -esto se llama 'tornear'-.
- Retira todas las hojas desde la base al mismo tiempo que vamos torneando la alcachofa.
- Elimina la pelusilla del centro -puedes ayudarte también con un sacabolas pequeño- y tornea también la alcachofa por dentro.
- Al final tiene que quedar solo el corazoncito de la alcachofa, sin hojas y vacío en el interior, listo para rellenar. Es cierto que, de esta forma, se desperdicia mucha alcachofa… de modo que, ¡no tires las hojas! Las puedes aprovechar en alguna otra elaboración o incluso preparar un aperitivo tan fácil como cocer al vapor estas hojas y servirlas con una vinagreta por encima o cualquier otra salsa.
Cómo cocinar las alcachofas
Si empezamos a enumerar la enorme cantidad de recetas elaboradas con alcachofas, ¡no acabaríamos nunca! Pero si hablamos de técnicas, igual podemos decir que se le pueden aplicar muchas de ellas.
A nosotros nos encantan las alcachofas primero confitadas y luego pasadas por la parrilla o la plancha, pero cortadas en láminas y fritas también resultan un bocado riquísimo. Guisadas, cocidas al vapor, en crema, en tortilla, como parte de arroces y pastas, en tempura, incluso hay quien las toma en crudo... ¡son muchísimas las formas que hay de cocinar esta hortaliza! Te dejamos 5 de ellas.
Paso a paso: patatas a la importancia con alcachofas
Enriquecemos unas sabrosas patatas a la importancia -pasadas por huevo y harina y guisadas- con unas alcachofas y el resultado es ¡súper apetecible! ¡A qué esperas para probarlo!
Paso a paso: crema de alcachofas con foie
Quizás en forma de crema o puré es una de las formas menos habituales de cocinar las alcachofas, pero si nunca lo has probado, te animamos a hacerlo. Le damos un toque de 'distinción' con un poco de foie, que si no te gusta puedes suprimir.
Paso a paso: alcachofas confitadas
Esta es una de las técnicas de cocina más 'agradecidas' para aplicar a las alcachofas, que cada vez se ven más preparadas de esta forma en todo tipo de restaurantes y es confitándolas en aceite de oliva.
Paso a paso: arroz de verduras con setas y alcachofas
Si, como nosotros, eres amante de los arroces, este te encantará. La alcachofa casa a las mil maravillas con este cereal. Además, le ponemos otros vegetales como setas, habas, guisantes, cebolla y tomate. Un plato que también gustará a los vegetarianos.
Paso a paso: alcachofas guisadas con verduras
En esta receta vamos a guisar nuestras alcachofas con otros vegetales como son zanahoria, cebolla, ajo y apio y, por supuesto, caldo de verduras. El resultado es un plato de cuchara ligero, saludable e ideal para servir en cualquier comida o cena.