Cada vez somos más los que nos liamos la manta a la cabeza y nos lanzamos a elaborar pan en casa y, aunque no es nada sencillo, con un poco de paciencia e ingredientes de calidad, se puede conseguir un auténtico producto ‘gourmet’. ¿Cómo? Toma nota, vamos a enseñártelo.
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Los llamados panarras han conseguido que un alimento tan básico como es el pan se convierta (ya sea por sus ingredientes o por la forma en la que se elabora) en un auténtico producto de lujo. Una categoría que nunca debió de abandonar. Ahora el pan, está más de moda que nunca y cobra la importancia que se merece.
Cocina práctica: con estos ‘tips’ conseguirás que el pan te dure más tiempo
Estos mismos panarras, además de defender el alimento en sí, abogan también por el trabajo casero y te invitan a elaborar pan en tu propia cocina de forma artesanal. Aunque pueda parecerte algo laborioso (que lo es), acabarás por cogerle el truco y convertirse en algo muy gratificante.
Los alvéolos que llenan la miga es un signo inequívoco de que hemos hecho bien nuestro pan.
¿Cuál es la fórmula mágica para elaborar pan?
Más que mágica, es sencilla, pero precisa: harina, agua, sal y levadura. Eso es todo lo que necesitamos, aunque teniendo en cuenta tres cosas importantes. Ahí está el truco.
- Lo primero es elegir bien el tipo de harina y de levadura.
- Después, hacer caso a las proporciones.
- Y, por último, acertar con la temperatura de los ingredientes a la hora de su elaboración.
Por eso, vamos a darte los mejores consejos para que puedas ponerte manos a la obra con tu primer pan, ayudándote a escoger los ingredientes y acertar tanto con las proporciones como con la temperatura.
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Un buen amasado requiere práctica.
¿Qué harina escojo?
Si eres principiante, lo más recomendable es usar harinas de trigo con un alto nivel de proteínas, es decir, con un mayor contenido de gluten. Son las más elásticas y resistentes de todas ellas y presentan una alta absorción al agua, con lo que conseguirás una mayor esponjosidad, teniendo una mejor predisposición al proceso de fermentación. Por tanto, salvo que vayas hacer un pan tipo brioche o pan de molde, lo mejor es utilizar harina de fuerza o mezclar ésta con un poco de harina tipo 0.
¿Qué levadura tengo que utilizar?
Puedes utilizar levadura seca o fresca, lo único que tienes que saber es que debe ser de las que fermenten. Según los expertos de Levanova (marca especializada en este tipo de ingredientes), “la fermentación no solo eleva la masa, sino que interviene en la creación de la forma externa e interna del pan, en su estructura y le aporta su aroma y sabor”. De ahí que sea uno de los momentos claves.
Depende de cuál elijas, dos consejos: si decides usar la primera de ellas, que se conserva intacta durante mucho tiempo, la cantidad no debe ser muy grande, pues su efecto es muy potente. Sin embargo, si te decides por la segunda, tendrás que desmenuzarla con los dedos antes y disolverla en agua tibia.
Después del amasado la masa debe fermentar y que la levadura haga su función.
¿Cuáles son las proporciones correctas?
Anota: por cada 500 g de harina, debes poner 300 g de agua, 10 g de sal y 10 g de levadura. Es muy importante que el agua esté siempre tibia y que la levadura, si es fresca, haya estado un rato fuera del frigorífico.
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Cómo hacer pan paso a paso:
- Mezclar bien los ingredientes: es la primera fase y, según Levanova, “la responsable de la formación de la red de gluten que nos proporcionará la esponjosidad del pan”. Coloca la harina en un bol bastante grande, en forma de pequeño volcán. Ve añadiendo, poco a poco, el agua tibia con la levadura. En la zona exterior, pon la sal, para que nunca se toque con la levadura. Mezcla con las manos, viendo que se forma una masa pringosa.
- Amasado: este momento es el que nos da el volumen del pan, su color más o menos blanco y la regularidad de la miga. Por tanto, empieza amasando en una superficie enharinada con la palma de la mano y doblando la masa sobre sí misma, repitiendo una y otra vez estos movimientos durante 15 minutos.
- Reposo y fermentación: haz una bola y deja que repose a temperatura ambiente en un cuenco hasta que doble su volumen. En este momento es cuando se producen los aromas que aportan el sabor de cada pan.
- Segundo amasado: extiende la masa como si fuese una pizza y ve doblando de fuera hacia dentro, presionando ligeramente para ir eliminando los posibles gases que se hayan formado en su interior. El tiempo te lo dirá la propia masa: cuando aprietes con el dedo y veas que recupera su forma al instante, es momento de dejarla reposar una segunda vez.
- Segundo reposo: cubre la masa con un paño de cocina durante unos 15 minutos para que el gluten se relaje.
- Último amasado: de la misma forma que en el paso anterior, pero apenas unos minutos.
- Cocción: enciende el horno a unos 230 °C e introduce una bandeja con agua o cubitos de hielo en la parte baja, para crear así la humedad necesaria que consiga crear su corteza característica. Introduce la masa y, transcurridos unos 20 minutos, baja la temperatura a no más de 180-200 °C. Deja que se haga durante 30 minutos, hasta el momento en el que lo golpees y suene hueco.
- Enfriado: este último paso es tan importante como los demás, y debemos dejar que nuestro pan se enfríe sobre una rejilla para que terminen de hacerse los alvéolos que llenan su miga.
Pero si no tienes tiempo y quieres tener un pan recién hecho en algo más de una hora, este pan rápido calmará tus ansias panarras.