- Precalienta el horno a 200ºC.
- Calienta en una cazuela al fuego el agua, la leche, la mantequilla, la sal y el azúcar.
- Cuando hierva, añade toda la harina tamizada de golpe y remueve hasta que quede integrada.
- Retira del fuego y cuando la mezcla haya perdido calor y se haya secado, ve añadiendo los huevos uno a uno, sin añadir el siguiente hasta que no haya quedado bien integrado el anterior.
- Introduce la masa resultante -que no ha de quedar ni muy sólida ni muy líquida- en una manga pastelera y ponle una boquilla lisa o rizada.
- Sobre una bandeja cubierta con papel parafinado o un tapete de siliciona, ve echando porciones de la masa (en forma redonda o alargada) con suficiente espacio entre ellas.
- Baja a 180ºC y hornea durante unos 15 minutos o hasta que veas que estén doraditos pero sin quemarse. Una fórmula para que no se tueste en exceso es hornearlos 10 minutos primero a 180ºC y luego bajar la temperatura a 150ºC y terminar de hornear otros 5-10 minutos más.
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