Del maíz se obtienen varios derivados, como es el caso de la polenta, que está hecha, en su mayoría, a partir de la sémola de este cereal, aunque se puede preparar con harinas de otras procedencias. Es muy habitual en el norte de Italia, y allí ha sido un alimento básico desde siempre, que se toma casi tanto como la pasta y que, en sus orígenes, era una comida de campesinos. Aunque también hay otros países donde está muy extendida como Austria, el sur de Francia, Suiza, la isla de Madeira, la península de los Balcanes, Argentina, Paraguay, Uruguay y Chile, el sur de Brasil, Perú, Venezuela y el Caribe.
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Antiguamente se preparaba, a modo de papilla, mezclando agua -leche, caldo o vino- con harinas de trigo, arroz, cebada, avena o castaña, hasta la llegada del maíz a Europa. Con el paso del tiempo, la receta evolucionó hasta convertirse en la polenta tal y como la conocemos hoy, hecha con sémola de maíz, con una textura granulada fina -similar al cuscús-, aunque hay diferentes grosores según la intensidad de la molienda.
En el mercado, junto a la polenta o gialla -hecha con sémola de maíz-, existen la blanca o bianca -con harina de castaña- y la oscura, que se hace con harina de alforfón o trigo sarraceno.
Cómo se prepara la polenta
La palabra polenta no es un ingrediente en sí, sino una elaboración, resultante de esa cocción. Para hacerla puedes encontrar en el mercado la tradicional o la precocida o instantánea, que requiere menos tiempo de cocinado y menos cantidad de líquido. El proceso para prepararla es súper sencillo porque se trata tan sólo de cocer la sémola en un líquido. Según el tipo de maíz con el que esté elaborada la sémola, la cocción puede durar entre 20 minutos hasta 1 hora y, en el caso de la precocida, sólo se necesita entre 1 y 5 minutos. Pero lee siempre las indicaciones que aparecen en cada paquete para darle el tiempo justo.
La cantidad de líquido -normalmente agua, aunque también admite caldo, vino o leche- depende de la consistencia final que quieras obtener: más cremosa o más densa, casi como si de una tortilla se tratara. Y es importante que la cocción se haga primero a fuego fuerte, hasta que hierva el líquido, después bajarlo al mínimo y añadir la polenta en forma de lluvia removiendo para que no se formen grumos. La proporción suele ser de 4 tazas de líquido por 1 de polenta para la textura cremosas y de 3 por 1 para la más consistente, que posteriormente puedes freír, pasar por la plancha o terminar en el horno.
Condimentos y otros añadidos
Además de condimentar la polenta con sal, pimienta y otras especias como nuez moscada, puedes añadir durante la cocción otros elementos como nata, queso, mantequilla, hierbas aromáticas, patata cocida, etc, depende del toque que quieras darle. Y, a la hora de acompañarla, las posibilidades son infinitas: verduras, carnes, pescados, mariscos, legumbres... Igualmente, hay numerosos postres dulces a base de polenta.
¿La polenta tiene gluten?
La polenta es un plato de lo más nutritivo, que destaca por su contenido en hidratos de carbono. La más habitual, está hecha, como decimos, a partir de sémola de maíz, que es un grano libre de gluten. Pero no olvides que en el proceso de molienda puede existir contaminación cruzada y, por esa razón, es importante -si eres intolerante o celíaco- que elijas polenta certificada sin gluten cuando vayas a comprarla. Lee bien el etiquetado.
Recetas con polenta
Una vez que conoces un poco más sobre este producto, queremos mostrarte cómo convertirlo en 7 apetecibles recetas, 4 saladas y 2 dulces con polenta. Verás que la encontrarás con esas dos texturas mencionadas: más cremosa y más sólida. Elijas la que elijas, verás su maravillosa versatilidad.
Paso a paso: estrellas de polenta con sobrasada y anchoas
La polenta es perfecta para hacerla más densa y usarla como base de aperitivos, como este, en forma de estrellas, que lleva sobrasada y anchoas.
Paso a paso: polenta cremosa con ajo asado y queso Pecorino
Para aportarle sabor y cremosidad, podemos añadir numerosos ingredientes a la polenta. En la siguiente receta, apostamos por un poco de ajo asado y de queso Pecorino.
Paso a paso: polenta con trufa y yema de huevo
Apostamos por la textura cremosa en este plato de polenta, a la que agregamos un poco de trufa y también yema de huevo, ¡una mezcla que siempre triunfa!
Paso a paso: 'mini pizzas' de polenta veganas
Utilizamos esta base de sémola de maíz para cocerla y dejarla con cierta densidad para utilizarla como base de unas 'mini pizzas' a las que ponemos tomate cherry, espinacas, ajo y, opcionalmente, queso vegano.
Paso a paso: polenta cremosa con champiñón al vino tinto
Otro entrante más a base de esta sémola de maíz cocida, a la que aportamos sabor y textura con unos champiñones cocinados al vino tinto.
Paso a paso: pudin de polenta con nueces y miel y coulís de fresa
Un buen ejemplo de cómo la polenta puede usarse también en preparaciones dulces es este pudin al que agregamos también miel y nueces y acompañamos con una salsa de fresa.
Paso a paso: bizcocho de polenta y limón
Con polenta también se pueden preparar deliciosos pasteles y bizcochos. Para acabar nuestro mini recetario con este ingrediente, te proponemos un bizcocho que lleva, además, zumo y ralladura de limón.