Como sabemos de sobra, las recetas no solo se reducen a lo puramente nutricional. Si fuera por eso jamás hincaríamos el diente a una torrija o a un pestiño… Los platos o postres que llenan nuestras mesas tienen otras muchas vertientes, de disfrute puramente palatal, de momentos compartidos, de tradición y contumbres, de felicidad… Por eso, no hay un nutricionista (o no debería) que abogue una prohibición al 100% y sin excepción de todo aquello que no sea estrictamente saludable.
En lo que sí están bastante de acuerdo es en que, esas recetas o dulces menos sanos, se reduzcan a ocasiones especiales, y en que las disfrutemos a tope, y sin el mínimo remordimiento. Las vacaciones de Semana Santa se prestan especialmente a este tipo de ‘excepciones’. Así que ahora, sin el mínimo drama ni ganas de correr por perder centímetros (si es que se han ganado), toca volver a los buenos hábitos de alimentación sostenidos en el tiempo. Es decir, nada de dejarse llevar por dietas muy restrictivas y rápidas con las que lo único que conseguiremos es un ‘bonito’ efecto rebote. Simplemente, cocinar sano, dando prioridad de verduras, frutas, legumbres, frutos secos (ni fritos ni con sal añadida), cereales integrales, semillas, lácteos naturales sin azúcar añadida, pescados, carnes magras…
Y es que comer bien no significa comer solo pechuga de pollo a la plancha y lechuga. Se trata más bien de comer comida real, y alejarse de azúcares, ultraprocesados y alcohol.
He aquí algunas recetas, a modo de ejemplo, en las que inspirarte para esa vuelta a la rutina. Para acceder a su modo de elaboración solo tienes que clicar en los botones de Leer más.