Con una textura más líquida que el yogur convencional y un sabor ligeramente ácido, el kéfir es uno de esos productos ‘aliados’ cuando buscamos opciones saludables de desayuno. Obviamente, este alimento puede tomarse en cualquier momento del día, pero quizá es en la primera comida (o en la merienda) donde puede resultarnos más fácil incluirlo.
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DIFERENCIA ENTRE KÉFIR Y YOGUR
El kéfir puede sumarse a nuestras recetas de desayuno de la misma forma que lo haríamos con el yogur: batidos, smoothie bowls, etc. Ambos productos son bebidas fermentadas a partir de la leche; en el caso del yogur esa fermentación la producen bacterias, y en el del kéfir se trata de bacterias y también levaduras.
Su elaboración casera, a partir de granos de kéfir, no es complicada, aunque el mercado nos ofrece buenos productos. Eso sí, hay que fijarse siempre en las etiquetas: que no tengan azúcares añadidos o la suma de otros ingredientes que no nos interesan. Para comprar un kéfir saludable aplicarían las mismas normas que para el yogur.
¿POR QUÉ ES TAN BENEFICIOSO EL KÉFIR?
Esta fermentación de la que hablamos hace que el kéfir se convierta en un producto lleno bacterias ‘buenas’, magníficas para la salud nuestro intestino: los conocidos como probióticos. Esto no quiere decir que el kéfir sea mejor que el yogur; ambos son más que idóneos para una alimentación sana (salvo, obviamente, intolerancias) y lo que podemos hacer es alternarlos, de manera que todas esas bacterias buenas formen parte de nuestra microbiota. A continuación, mostramos algunas ideas de desayuno en cuya lista de ingredientes encontramos el kéfir.