Tal era la consideración del apio en las antiguas civilizaciones (Egipto, Grecia…) que incluso se utilizaba como ofrenda a los Dioses debido a sus propiedades. También en el Imperio Romano era conocido su consumo en banquetes funerarios como homenaje a los difuntos... Mucho ha llovido desde entonces. Sin embargo, este ingrediente de la huerta continúa hoy contando con muy ‘buena prensa’, sobre todo, entre quienes se preocupan por llenar su carrito de la compra con productos saludables…
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A nivel nutricional esta verdura (comestible en todas sus partes: tallos, hojas, semillas y raíz bulbosa) resulta especialmente interesante: con poquísimas calorías (tan solo 16 por cada 100 gramos de producto), es el agua su componente mayoritario, y ofrece un aporte de vitaminas, minerales y flavonoides.
En lo puramente culinario, el apio puede consumirse tanto en crudo como cocinado, en función de la receta donde vayamos a incluirlo. Es perfecto, por ejemplo, para añadirlo en ensaladas, batidos y smoothies, sopas y cremas, como protagonista de crudités…
Son muchas las personas que adoran el sabor algo acre tan característico de este verdura, que encuentra su mejor momento en los meses más fríos. No obstante, el blanqueo de los tallos hace que esa intensidad se vea matizada, adoptando un toque algo más dulce. Sea como sea, si te apetece sumarlo a tu alimentación y no sabes muy bien cómo hacerlo, aquí tienes algunas ideas.