Aunque es fácil encontrarlas durante todo el año, realmente, la temporada de las espinacas frescas está ligada a los meses más fríos de otoño e invierno. Un alimento ideal para su inclusión en nuestra dieta saludable: es fuente de vitaminas, de fibra, aporta pocas calorías (unas 30 por cada 100 gramos)…
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Además, culinariamente hablando, es muy versátil: podemos emplearla para revueltos y tortillas, tartas saladas de verduras, salteados, en cremas y sopas, en platos de pastas, arroces, como guarnición para carnes y pescados…
También en crudo nos ofrece opciones: es habitual, por ejemplo, su uso para batidos y smoothies verdes, aunque aquí, su empleo más interesante es como ingrediente de las más diversas ensaladas. En este sentido, resultan especialmente idóneas las hojas de espinaca baby o brotes de espinaca, más tiernos (suelen venderse en bolsas ya envasadas). Lo bueno es que, al igual que la lechuga, podemos acompañar las espinacas crudas con infinidad de ingredientes a la hora de preparar nuestras ensaladas: quesos, fruta, carnes, legumbres, cereales como la quinoa o el arroz… He aquí algunos ejemplos que, quizá te puedan inspirar. Para acceder a su modo de elaboración clica en los botones de ‘Leer más’.