Es curioso cómo algunas ideas permanecen en el imaginario colectivo como si fueran reales, cuando, en realidad, poco tienen de cierto. El campo de la gastronomía no escapa, claro, a ello. Encontramos un ejemplo en el caso de la coliflor: su nombre lleva a muchas personas a pensar en una verdura, quizá, poco versátil y algo ‘aburrida’, incluso no especialmente sabrosa o apetecible.
Ya os hemos contado alguna vez que, en gran medida, esto está relacionado con la tradición que tenemos en España de sobrecocer las verduras, cuando resultan mucho más atractivas si las cocinamos más al dente. Como siempre dice en gran maestro de la cocina vegetal, Rodrigo de la Calle: 'Si crees que no te gusta la verdura... no es verdad; sí te gusta, pero aún no lo sabes'.
Esto también tiene que ver con que, a veces, no nos damos cuenta del gran abanico que posibilidades que nos ofrecen algunos alimentos, y que no siempre tenemos presentes. La coliflor se puede, claro, tomar cocida, o gratinada y con bechamel, dos de sus formas más habituales. Pero también con esta verdura podemos hacer, por ejemplo, unas albóndigas, una base de una pizza vegetal, unos nuggets ‘veggie’, podemos incluirla en las ensaladas (rallada, en crudo, aporta una textura fantástica), podemos hacer con ella unos encurtidos, unos aperitivos de lo más crunchy…
A continuación, reunimos un puñado de recetas, clásicas y menos habituales, donde la coliflor se presenta en distintas texturas. Para acceder a su modo de elaboración solo tienes que clicar sobre los botones de Leer más.