Qué placer despertar cuando el cuerpo lo pide, sin necesidad de poner el despertador, sin importar la hora que sea, desayunar con toda la calma del mundo… Sabemos que no es una situación habitual (precisamente lo poco común es lo que lo hace, si cabe, más apetecible y disfrutable).
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Son solo algunos fines se semana, o bien los períodos vacacionales, cuando esta situación resulta, quizá, más propicia para entregarnos al ‘arte’ del brunch. Esos desayunos tardíos donde casi todo cabe: dulce y salado en la mesa porque... ¿para qué elegir?
Cierto es que agosto está a punto de decirnos adiós, y que ya huele a vuelta al cole. Pero también lo es que aún quedan semanas de estío, de días largos, de -para los más afortunados- días vacaciones, de mañanas de finde donde la persiana se sube más tarde de los normal tras alguna cena veraniega que se ha alargado más allá de lo previsto… Así que, aprovechemos todo eso para, por qué no, montarnos un brunch casero deluxe. Las opciones que, en este sentido, nos ofrencen numerosos restaurantes, están muy bien. Pero también lo está, colgarse el delantal y, sin prisas, preparar algunas ideas tan ricas como estas: