Podríamos decir que estamos ante una especie de ensalada a base de verduras frescas y crudas en daditos, que aliñamos con aceite de oliva y sal y coronamos con un granizado de pepino y unas hojas de menta. El resultado es una alternativa de lo más refrescante que es perfecta para cuando el calor aprieta y no tenemos demasiado apetito. Es un plato que nos va a hidratar y a llenar de vitaminas, minerales y fibra.
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Los granizados, un invento chino
Los historiadores cuentan que los chinos ya tomaban granizados alrededor del año 3.000 a.C. y se sabe que los egipcios, por su parte, los consumían en copas de plata y era un placer solo reservado para los faraones. Esta elaboración se hacía con hielo de las montañas o de pozos naturales que se rascaba y se añadía diferentes zumos para darles sabor y azúcar o miel para endulzarlos. Cuando llegaron los diferentes métodos para congelar el agua y conservar el hielo se popularizó su consumo y creció a gran escala con la invención de las máquinas granizadoras.