Para encontrar el origen del albaricoque hay que viajar hasta las zonas templadas de Asia, Corea del Norte o Manchuria. También hay que viajar -mucho- en el tiempo; las primeras referencias sobre su cultivo se remontan al año 3.000 a.C en China.
Fueron los romanos los que después lo introdujeron en Europa. Así que a ellos debemos agradecer que cada verano podamos disfrutar de esa deliciosa fruta que, tomada al natural, resulta además muy saludable (poco calórica, fuente de vitamanas y minerales como el potasio…).
Asimismo, es habitual incluirla como ingrediente de muchos postres. En este caso, vamos a disfrutar de unos albaricoques de una manera muy original: a la parrilla. Los presentaremos junto a un bizcocho que, una vez hecho, cortaremos en trozos que pasaremos también por las brasas. Una receta irresistible para los más golosos y que es puro verano.