Al preparar la masa de las albóndigas solemos añadirle ajo, solo que en esta receta, le ponemos el negro en vez del blanco. Se trata de un producto muy singular que desde hace tiempo se ha hecho un lugar en nuestra cocina. Tiene un sabor bastante intenso, pero no pica como en fresco. Nos da matices a regaliz, dátil o melaza. Y aporta mucha personalidad en la cocina. Es el ingrediente estrella de este plato, con una salsa muy ligera de vino y caldo de carne.
Calabazas rellenas con carne y setas: el sabor del otoñoPor Susana Baticón