Se cree que su origen se remonta a la época romana y se caracteriza por su textura suave, con una corteza fina y crujiente y una forma redonda y aplanada. Se toma mucho en los desayunos y meriendas andaluzas, untado con aceite de oliva y tomate triturado, solo o acompañado de jamón serrano, queso, etc. Aquí tienes una sencilla receta para hacer en casa.
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