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Cocina fácil

Tomate, mayonesa, bechamel… ¿aún no sabes preparar estas salsas básicas?

Te enseñamos a elaborar algunas de las más comunes de nuestro recetario, válidas a su vez para su utilización en infinidad de platos


Actualizado 6 de febrero de 2020 - 12:08 CET

Nadie puede querer aprender a hacer esferificaciones sin saber antes cómo hacer una buena bechamel o una salsa de tomate. Es algo que no dejan de repetir los grandes chefs: la importancia de la tradición, de dominar las técnicas y las recetas más básicas si el objetivo es llegar a cocinar bien. Las salsas que hoy os mostramos pertenecen a ese apartado de imprescindibles básicos que cualquier ‘cocinillas’ debería saber preparar. Si aún no las dominas, tan sencillo como pulsar sobre las imágenes para acceder a su modo de elaboración:

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Mayonesa

Creada en Mahón (Menorca) durante la invasión francesa por el mariscal Richelieu, esta salsa triunfó en la Francia del siglo XVIII y se propagó por todo el mundo llegando a ser en la actualidad una de las más populares. Hecha a partir de huevos y aceite, con algún acidificante como el vinagre o el limón, se le pueden añadir en su elaboración aceitunas o cebollino picados, alcaparras, mostaza, perejil, cebollino, pimentón. Es imprescindible para la ensaladilla rusa y resulta ideal para acompañar espárragos, verduras, pescados blancos cocidos y langostinos (también cocidos).


Salsa de tomate

Es una salsa que se aromatiza con muchas hierbas y especias, como albahaca, cilantro, tomillo, romero, salvia, cominos, guindilla, etc. Ademite también verduras picadas, como pimientos, zanahorias, ajos, calabacines o berenjenas. Interviene directamente en las siguientes salsas: amalfitana, barbacoa, boloñesa, brava, etc y es parte esencial de numerosos platos como el pisto a base de calabacín (o berenjena), pimiento, cebolla y salsa de tomate; la pizza, gran cantidad de platos de pasta y multitud de guisos. Para los diabéticos, se puede sustituir el azúcar por canela molida, está deliciosa y tiene un toque peculiar.


Bechamel

Debe su nombre a Louis de Béchameil, jefe de la casa real de Luis XIV. Es perfecta para cubrir canelones y lasaña y también para ligar cremas de verduras. Su uso es diverso: gratinar, relleno de la pechuga villeroy, croquetas, etc. Entre las derivadas están la salsa aurora, para pescados; la salsa monay, (con queso rallado y nata) y la soubise (con cebolleta picada, sal y pimienta) Si se añade mostaza y vino blanco se obtiene la salsa thermidor, para langosta o bogavante. Para los alérgicos a la lactosa se puede hacer con leche de soja o con cualquier otra bebida vegetal (avena, arroz, almendra...).

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Alioli

Allioli en catalán, ajolio en Aragón y ajoaceite en Albacete y Murcia, esta salsa de origen romano es la más conocida del Mediterráneo español. A base de ajo y aceite, resulta imprescindible para acompañar platos como el arroz a banda, el arroz negro, fideuá y el caldero murciano; también va muy bien con conejo a la brasa, patatas fritas, cocidas o asadas, sepia a la plancha o calamares a la romana. En Aragón se usa para gratinar bacalao al horno. En Cataluña se mezcla con pulpa de membrillo asado y es una guarnición excelsa para platos de cerdo y pato. Sobre una rebanada de pan tostado es un bocado delicioso.

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Mojo picón

El mojo es un tipo de salsa típica de Canarias. Existen tantas versiones como islas, entre ellas el mojo de queso, de La Palma y El Hierro, y el almogrote, que se hace en La Gomera y es una receta milenaria. Se usan para aderezar todo tipo de alimentos, como papas arrugadas, pescados (mojo verde), carnes (mojo rojo) y queso de cabra asado (con los 2 mojos).

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Romesco

Salsa típica de Tarragona de la que hay tantas recetas como cocineros. Se suele tomar para acompañar los tradicionales calçots, así como carnes (de pollo, pavo, cerdo, cordero o vacuno), verduras y pescados a la parrilla. También se utiliza para añadir a guisos de pescado al final de la cocción y darles cierta consistencia gracias a sus frutos secos.



Salsa española

Este clásico de nuestra cocina es perfecto para albóndigas, estofados de carne o toda clase de guisos. Entre sus variantes, la más conocida es la Diabla, que se hace añadiendo pimienta negra, chalota picada rehogada, vinagre y guindilla. Se usa para los huevos y el pollo a la diabla y para carnes a la plancha o a la parrilla. Para carnes de cerdo se usa la salsa Robert, que se hace añadiendo a la española vino blanco, mostaza y pimienta negra.


Salsa holandesa

Esta especie de mayonesa es ideal para unos huevos Benedictine, pescados blancos, mariscos cocidos y verduras a la plancha. También para napar filetes de pescado y gratinar en el horno. Es la base de la salsa maltesa, que se hace añadiendo el zumo y la ralladura de una naranja. También de la noisette, con más mantequilla; de la rachel, con mostaza, estragón y trufa negra; y de la dijon, con mostaza.