Os traemos un postre tradicional de la cocina peruana que se toma solo o como cobertura para tartas. Su origen está en los conventos de la época del Virreinato del Perú, donde fue llevado por las monjas españolas que, a su vez, lo aprendieron de las cocineras árabes. Las religiosas trasmitieron ésta y otra recetas dulces (alfajores, mermeladas, suspiro de limeña, etc) a las novicias criollas, así como a las sirvientas indígenas, a las esclavas negras procedentes del África y a las niñas internas de familias acaudaladas.
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