Qué maravilla observar cómo con la llegada de las altas temperaturas los mostradores de las fruterías se llenan de color y variedad. Entre esas delicias típicas de los meses más cálidos no falta el rico albaricoque (conocido también como albérchigo), una fruta con siglos de historia a sus espaldas…
De hecho, las primeras referencias sobre su cultivo se remontan al año 3.000 a.C en China, y fueron los romanos los que introdujeron en Europa esta fruta traída desde Oriente.
Son varias las razones por las que incluir en el carrito de la compra los albaricoques es una buena idea:
- Se trata de un alimento que ahora mismo está de temporada (arranca a finales de primavera y se prolonga todo el verano), por lo que su calidad y precio son mucho más interesantes).
- Son fuente de vitaminas y de minerales como el potasio.
- Su índice calórico es muy bajo (unas 45 calorías por cada 100 gramos de producto) de manera que, consumidos en fresco, pueden ser gran aliado en las dietas enfocadas a la pérdida de peso;
- Resultan diuréticos debido al gran porcentaje de agua en su composición.
- Su rico sabor dulce y su carne jugosa hacen que gusten tanto a niños como mayores y, además, pueden convertirse en ingrediente protagonista de muchísimas recetas. Algunas de lo más healthy, perfectas para la hora del desayuno o la merienda (bowls, batidos…) y otras más próximas a la repostería, para algún capricho ocasional.
A continuación, os mostramos unos cuantos ejemplos de esa versatilidad; para su elaboración necesitaréis albaricoques frescos, pero también proponemos algunas ideas para saborear esta fruta en otras texturas (conservas de almíbar, albaricoques deshidratados…). Para acceder a su modo de elaboración solo tienes que pulsar sobre el nombre de cada receta.
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