Levantarse tarde es a los fines de semana del verano como la siesta es a las vacaciones. Algo que, en realidad, puedes hacer durante todo el año, pero que sienta mejor (y no sabes por qué) en esta época. El brunch llegó hace mucho a nuestro país, como esa mezcla de desayuno y comida que, por cantidad, no podía ser el primero (a nosotros, con una tostada con aceite y tomate nos valía) y, por la hora en la que tradicionalmente comemos, tampoco podía ser lo segundo. Quizás, por eso, aquellos que odian incluir anglicismos en nuestro diccionario gastronómico, han acabado por acoger el término. Ahora, irse de brunch no es tan exótico, ya no es patria potestad de los grupos de amigas; ahora nos vamos todos. Ya sabemos qué debe tener una carta para decir que es un brunch, el horario que debe cumplir el servicio y la tostada con aguacate que, sí o sí, debe estar incluida para ser algo de moderno. Pero los hay con novedades, ¿quieres saber dónde sentarte a encontrar algo diferente?