Y, por último, el cliché de todo pícnic
La cesta. Nuestro imaginario nos lleva a querer una de mimbre, con una tela de cuadros vichy en rojo y blanco y correas de cuero para que todo quede en su sitio. Sin embargo, mucho más importante que eso, es que tengas en cuenta que todo debe tener su espacio y que si vas a contar con platos fríos y otros que no lo necesitan, cuente con dos partes independientes. Si además, vas a llevar en ella la bebida, súmale o más centímetros a la parte fría o un tercer lugar. Lo mejor es que lleves por un lado la comida, con el mantel y las servilletas dentro (aprovechando el espacio) y las bebidas en una nevera específica. Y, por supuesto, no te olvides de incluir un par de bolsas para los residuos. La naturaleza nos pedirá repetir la experiencia y tiene que estar impoluta.