1/10 © Cepa 21

El vino rosado ha sido siempre el hermano pequeño (y olvidado) de los tintos y blancos. Porque, si pensamos en el verano, lo que nos viene a la mente es un buena copa fresquita de estos últimos. Sin embargo, sus propiedades, maridajes y frescor  convierten al rosado en una opción igual de buena para hacer frente a las altas temperaturas que están ya (y por fin) a la vuelta de la esquina. Al contrario de lo que se piensa, los vinos rosados se producen por una maceración ligera de uvas tintas (no, no se mezcla el tinto y el blanco como si fuesen pinturas de acuarela), por lo que, en realidad, son muy delicados, requieren uvas de máxima calidad y un controlado proceso de elaboración. Desde ¡HOLA! Cocina nos atrevemos a reivindicarlo para media tarde o para esas calurosas noches con vistas al Mediterráneo. Y lo hacemos recomendándote algunas novedades de nuestras bodegas.

2/10 © Cepa 21

Para los clásicos. Hito Rosado de Cepa 21

Dentro del proyecto de innovación que la familia Moro está realizando en la Ribera del Duero, Cepa 21, este verano también buscan reivindicar el rosado con este vino de color rosa pálido, notas florales y una acidez muy equilibrada. Con el tempranillo como protagonista (se ha elaborado con esta uva en su totalidad), consiguen un tinto muy fino sin crianza y con origen en sus viñas de más baja altitud dentro de sus fincas en Castrillo de Duero. Tiene un intenso aroma cítrico.

3/10 © Chivite

Para los elegantes. Chivite Las Fincas

Este vino joven de garnacha y tempranillo es fruto de una colaboración entre Juan Mari Arzak y Chivite, ambos enamorados de los rosados y del trabajo que uno y otro realizan. Procedente de las uvas que cultivan en su Finca de Lagardeta, que pertenecen a la familia desde hace muchos años, el resultado es un vino complejo y sedoso que ha fermentado a muy baja temperatura y ha tenido una crianza sobre lías finas. Tiene un sabor frutal muy marcado, con claras referencias a la granada, la fresa y la cereza.

4/10 © Dehesa de Luna

Para los que cuidan el medio ambiente. Dehesa de Luna Rosé 2018

Desde sus viñedos en La Mata de la Culebra, una de las cuatro parcelas en las que se dividen sus 64 hectáreas (las otras son El Viñazo, La Cañada del Navajo y La Noria de la Luna), nos traen Dehesa de Luna Rosé 2018, elaborado con la variedad Carbernet Sauvignon que estas tierras de Albacete han aprendido a cultivar. Es el primer vino ecológico de la bodega, con el que han decidido comenzar una nueva etapa con el que garantizan que todos sus productos, a partir de este, lo serán. Su intenso aroma destaca por las notas de fruta blanca, como la manzana, y las notas florales, perfecto para acompañar una ensalada o un plato frío de pasta.

5/10 © Izadi

Para los modernos. Izadi Larrosa

Este potente rosado es un pequeño capricho que Izadi se permite desde hace ya cinco años. Elaborado con uva garnacha riojana de sus viñedos más viejos, con cepas seleccionadas que no tienen menos de 45 años y plantadas en las tierras más altas de la D.O. Ca. Rioja. Su vendimia se realiza a mano y su elaboración es rápida, con un prensado muy leve para extraer la esencia de su saber hacer. El resultado es muy aromático, delicado y sutil. Perfecto para maridar con sushi.

6/10 © El Grifo

Para los que buscan lo inusual. Rosado de Lágrima EL GRIFO

Un rosado de color frambuesa, limpio y transparente, además de muy joven, que se elabora a partir de listán negro (una uva de vino tinto muy extendida en las Islas Canarias, donde se encuentra esta Bodega, una de las más antiguas de la zona). Cultivada de forma tradicional, en la vendimia de hace dos veranos, realizada siempre manualmente, decidieron crear este vino cuya particularidad reside en que, una vez en la prensa, se apartan las primeras lágrimas que escurren de la propia prensa sin presión, dando lugar a un mosto de escasa maceración. Una vez limpio, fermenta, madura, se clarifica, filtra y embotella muy rápido para no perder ni un ápice de su frescura.

7/10 © Bodega Torremilanos

Para los que quieren algo sencillo. Montecastrillo Rosado 2018

El rosado más joven de las Bodega Torremilanos es, como todos sus vinos hermanos, ecológico y biodinámico. Elaborado dentro de la finca familiar, en los alrededores del Monte de Castrillo, a más de 800 metros de altitud (del que toma su nombre), esta añada ha sido vendimiada en septiembre de 2018 y embotellado a principios de año, prescindiendo del uso de sulfuroso para conseguir un aroma y sabor de uva fresca. De ahí que su aroma sea intenso, con notas de laurel, grafito, fruta roja y ligera pimienta blanca; mientras que su sabor nos lleva a la guinda y las fresas silvestres.

8/10 © Bodega Fuentegalana

Para los innovadores. Telúrico Pink

Este rosado es de esos vinos que vienen acompañados de palabras a la que no solemos estar acostumbrados; un 100% syrah de la D.O. Vinos de Castilla y León cultivado a más de 700 m de altitud en la Sierra de Gredos de Ávila. Se elabora por sangrado, dejando que el mosto entre en contacto con los hollejos (que son, en su mayoría, las pieles de las uvas) y extendiendo su fermentación durante un mes. Perfecto para las carnes ahumadas o el marisco, este vino de Bodega Fuentegalana tiene un intenso sabor frutal, con aroma a fresas maduras.

9/10 © Dominio Dostares

Para los nostálgicos. Tombú

La primera añada de este vino rosado de Dominio Dostares nació tan solo dos años después que la propia bodega, con el mismo objetivo de esta: recuperar la variedad de uva prieto picudo en tierras leonesas, donde se encuentra. Una uva que estuvo a punto de extinguirse en el siglo XX.  Su color fresa expresa su personalidad y autenticidad, dejando a un lado las modas, y consiguiendo un toque ligeramente especiado que es perfecto para degustar con cualquier aperitivo de verano, platos de arroz o pescado al horno.

10/10 © Bodegas Gordonzello

Para los que esperan siempre el postre. Gurdos

Por último, un rosado con una acidez muy equilibrada y cierto aroma a fresa, granada y la violeta. De ahí que sea perfecto para los paladares que buscan siempre un toque dulzón. Cultivado en una parcela tratada en ecológico dentro de los viñedos que las Bodegas Gordonzello tienen en la población de Gordoncillo en León, su vendimia se realiza manualmente y su elaboración sigue la técnica ancestral de madreo. A diferencia de los demás, este tiene unas finísimas burbujas de carbónico que le hace emitir una especie de reflejos azulados.

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