Bastante tenemos ya con la cuesta propia de enero (volver a trabajar, observar cómo la cuenta corriente anda 'tiritando' tras las fiestas…) como para que encima nos bombardeen con la presión que tener que alcanzar nuevos objetivos en el año que acaba de entrar. Entre ellos es raro, muy raro, que no aparezca el de adelgazar. Algo que, comienza, por supuesto, con un plan de ataque (plan depurativo, plan detox… los nombres son múltiples) para perder rápidamente los centímetros ganados a golpe de turrón. Cada año la misma matraca que, además, sabemos no funciona (esas dietas híperestrictas son imposibles de sostener en el tiempo). Confesemos: si has hecho alguna de llas, ¿cuántas veces ha conseguido llegar a febrero?...
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Llenar tu cesta de la compra de frutas y verduras frescas siempre es una magnífica idea
Y es que el mensaje es erróneo de base. Como apunta el dietista-nutricionista Daniel Ursúa: 'No tienes que compensar nada. No te has portado mal en Navidad. No debes retomar el ejercicio para quemar nada, sino hacerlo por motivos de salud y diversión’. En relación al peso este experto recuerda que 'la pérdida de peso debe ser siempre la consecuencia de adoptar unos hábitos de vida saludables, y no el objetivo de dietas imposibles'.
Efectivamente, por muchas de esas dietas mágicas que intenten vendernos en esta época, solo hay un consejo realmente eficaz. Y es exactamente el mismo de siempre (da igual si estamos en prenavidad, en preverano, en períodos posteriores a cualquier temporada vacacional…): retomar hábitos saludables, sin caer en regímenes ‘milagrosos’.
Sabemos, no obstante, que las campañas de publicidad muchas veces hacen muy bien su trabajo, y que caer en dichas dietas puede resultar ‘tentador’. Es por ello que, en estas fechas, siempre nos gustar recordar algunas pistas infalibles para detectarlas:
Las dietas muy bajas en calorías no son sostenibles en el tiempo
- Dietas hiperproteicas y muy bajas en calorías (menos de 1000 kcal al día), en las que el 90% de esas kilocalorías son aportadas por las proteínas y que son carentes de carbohidratos y grasas saludables.
- Las dietas basadas en un producto (alcachofa, limón, melón, melocotón, savia de arce, agua de mar…), que pueden acabar con la salud dental y del aparato digestivo.
- Dietas propuestas por centros de adelgazamiento o tiendas de herboristería (sin ningún tipo de registro sanitario), donde te ‘regalan’ la consulta dietética y te ‘obligan’ a comprar sus productos (casualmente sólo los fabrican y los venden ellos).
- Dietas que dan garantía total de resultados. Normalmente se sirven de casos aislados como evidencia ‘científica’ de que funcionan, cuando en realidad no están avaladas por ningún estudio serio o solvente.
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