Reñidísima la final de MasterChef 11 que ha coronado como ganador a Eneko. El exfutbolista, de 38 años, que se ha reinventado tras abandonar los terrenos de fútbol logró conquistar el trofeo después de semanas de esfuerzo. Su competidor en el duelo final fue Álex, que ya participó en la edición junior del talent y era otro de los grandes favoritos. Junto a Lluís y Pilu, se enfrentaban a las dos pruebas que determinarían el vencedor del programa de cocina. El primer reto de la final fue el clásico de seguir al chef, en concreto fue Toño Pérez que trajo el plato bivalvos con torreznos, receta que tenía puré de zanahoria, suero de cebolleta, torreznos, aceite de cilantro, vinagreta y crujiente de pan. Una prueba aún más difícil pues los aspirantes estaban de espaldas al cocinero. “La próxima prueba que nos cuelguen de la pared” decía con ironía Pilu.
Durante el cocinado, Lluís se adelantó pelando los ingredientes lo que le costó una reprimenda de parte de los jueces y también algunos fallos. Los más atentos fueron Eneko y Pilu, que se dedicó a asesorar a sus compañeros. Durante las valoraciones, hubo algún momento tenso entre Lluís y los jueces, que le reprocharon haberse adelantado a las instrucciones del profesional. “Me lo podrían decir de otra manera, la ironía sobra” dijo. A lo largo del talent, al aspirante le han dicho en varias ocasiones que no sabe hacer autocrítica, algo que a él no le ha gustado. En esta ocasión, los jueces le pidieron calma. “No hay nada malo en el plato, pero no es el mismo. No hay equilibrio y contraste” comentaron. El primer duelista elegido en esta criba fue Eneko, con un plato rico y estético.
La segunda plaza del duelo final fue en el restaurante Martín Berasategui, de Lasarte-Oria, donde diez representantes de la cocina del País Vasco cataron los platos de los aspirantes. A Pilu le tocó una gilda con tartar de atún con alcaparras y un lomo de merluza a la brasa; a Álex, la bola crujiente y un lomo de merluza a la brasa y otra de ciervo asado; y a Lluís, un gelée de infusión de musgo de setas y el postre de roca cremosa de mango. El segundo clasificado fue Álex, que a lo largo de esta edición ha sido uno de los favoritos por su entrega y esfuerzo en los fogones (de hecho está estudiando cocina para dedicarse a esta profesión en el futuro). “Estoy sin palabras” dijo el aspirante de 19 años.
Una sola chaquetilla y el trofeo de 100.000 euros les esperaba en plató. Cada uno elaboró un menú en el que, además de técnicas y sabor, volcaron su vida y experiencias. Eneko presentó primero “el amor”, un tartar de carabinero inspirado en un viaje a Tailandia que hizo en su luna de miel. Siguieron, "la familia", un pichón cocinado a baja temperatura, y "el futuro", un helado de té matcha con chocolate blanco. El jurado, al que se unió el chef Mauro Colagreco, alabó su “sutileza, transparencia, expresividad y estética”. Los platos de Álex estaban inspirados en su familia, en los vermuts con su padre y en su abuelo: cocinó una caballa marinada, gel de piparras y agua de tomate, un lomo de ciervo marinado y ensalada de setas, y una esfera de chocolate y espuma de crema catalana. En su valoración se destacó “su buen trabajo, su magia al transmitir emociones, su carácter, su técnica y madurez”.
Al finalizar, Álex recibió una oferta de Jordi Cruz para trabajar en su cocina y seguir aprendiendo, un premio sin duda que no llegó acompañado del trofeo final sin embargo. Este fue para Eneko, que se abrazó a su mujer, embarazada de su tercer bebé, y sus hijas. “Si hubiera escrito mi paso por aquí no habría sido tan bonito” reconoció emocionado.