“Es hora de volver a casa”. Al otro lado del teléfono, las personas más cercanas a su padre (Alexis Lichine, uno de los nombres más influyentes del mundo de la enología del siglo XX) le explicaban que había llegado el momento de regresar a Burdeos para ponerse al frente de la bodega familiar. Por aquel entonces (1987), Sacha Lichine no había alcanzado aún la treintena, pero hacía tiempo que la industria del vino no escondía grandes secretos para él. A sus 27 años sabía de producción, pero también de distribución, de exportación, de ventas… Y aquello no era algo muy común en el sector.
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Pocos le creyeron, pero Sacha Lichine siguió su intuición y consiguió revolucionar el mundo del vino rosado a nivel mundial
Aún era un niño cuando Sacha se mudó a Nueva York con su madre. Estados Unidos sería a partir de entonces su residencia habitual. Sin embargo, todos los veranos regresaba a su Francia natal para pasar las vacaciones con su padre, propietario entonces de Château Prieuré-Lichine, en la emblemática denominación Margaux de Burdeos. No fue raro, pues, que el gusanillo del vino picara desde bien temprano a Sacha, una pasión que pronto se transformaría en profesión. Importación y venta de vinos; organización de exclusivos tours enológicos por Francia para americanos acomodados; trabajos como sommelier en restaurantes de renombre… prácticamente no había faceta de la industria que se le resistiera. Pero la salud de su padre se resentía y, como mandan los cánones en las sagas familiares más adineradas, tocaba tomar las riendas del negocio hasta que las generaciones venideras hicieran lo propio. El problema es que Sacha nunca fue alguien precisamente… canónico.
Nadie puede decir que no asumiera su responsabilidad. De hecho, Sacha dirigió Château Prieuré-Lichine durante 12 años. Pero, para sorpresa de muchos, en 1999 (una década más tarde de que su padre falleciera) decidió que quería vender. Y para sorpresa de muchos más aún, determinó que su objetivo a partir de entonces iba a ser buscar una propiedad en la Provenza y dedicarse a producir ‘los mejores y más exclusivos rosados del planeta’.
Elegantes, ricos, complejos… los rosados de Château d’Esclans pueden competir en calidad con los grandes blancos o tintos
Y LOS MUCHACHOS DEL BARRIO LE LLAMABAN LOCO…
“Me quedé con una propiedad bastante endeudada. Entre los impuestos de herencia, los problemas del Château (…) No había mucho más que pudiera hacer con Prieuré”, declaraba Lichine en una entrevista concedida en 2008 a la revista Wine Spectator. “Y para ser honestos -añadía, socarrón- en Burdeos llueve todo el tiempo”…
Pocos en el entono del vino entendieron entonces aquella venta. Menos aún, su siguiente maniobra empresarial. “¿Rosados elaborados como si fueran los mejores blancos de Borgoña?, ¿has perdido la cabeza?”… Era el tipo de frases que Sacha escuchaba cuando hablaba de sus planes a sus colegas de profesión.
Pero él tenía una intuición. Estaba seguro de que los rosados (esos vinos que muchos franceses consideraban ‘menores’ o directamente despreciaban) tenían en realidad un enorme potencial, mucho más allá de su consumo asociado al verano y la playa. Con la producción adecuada, los rosados podían ser vinos muy ‘serios’, perfectos como aperitivo, pero también para disfrutar en las mejores mesas durante todo el año, estar en lo más alto de las listas y los rankings, y tener una gran aceptación a nivel mundial. “¿Acaso los americanos no se vuelven locos con el champagne rosé? Pues yo haré el mejor rosado imaginable”, pensaba Lichine mientras el siglo XX se esfumaba para siempre.
¿Quién dijo que los buenos rosados son solo para el verano?
'EL ROSADO MÁS CARO DEL MUNDO'
El reto era mayúsculo. Así que el esfuerzo debía serlo también. Durante los siguientes años, Sacha no dejó de visitar propiedades donde poner en pie su proyecto más personal. La ubicación no podía ser otra que la Provenza, una de las regiones vinícolas más antiguas de Francia, especialmente conocida por la producción de vinos rosados (dos de cada tres botellas elaboradas aquí pertenecen a esta categoría).
Por fin, en 2006, Lichine encuentra lo que busca y adquiere Château d’Esclans. Una finca rodeada de viñedos, ubicada en la comuna de La Motte-en-Provence, con una larga historia a sus espadas (aunque el château actual se construyó a mediados del siglo XIX, el original es anterior al siglo XII).
El Château se ubica en el corazón de la Provenza, una de las regiones vinícolas más antiguas de Francia
¿Los pasos siguientes? Por un lado, contratar al legendario enólogo Patrick Leon (viejo amigo de la familia y recién retirado de su labor como Director Técnico de la mítica bodega bordelesa Mouton-Rothchild). Por otro, hacer una gran inversión económica para mejorar los viñedos con nuevos sistemas de irrigación y, sobre todo, modernizar la bodega con la tecnología más novedosa y puntera.
Nadie hasta entonces había desarrollado sistemas tan sofisticados para regular la temperatura de los vinos en su proceso de fermentación y crianza: unos tubos de acero que se introducen en cada una de las barricas (enormes toneles de roble francés de 600 litros de capacidad) gracias a los cuales la temperatura del líquido interior es regulada y controlada al detalle de manera individualizada. El vino se mantiene a pocos grados de modo que la fermentación se ralentiza, y al durar más tiempo el proceso, la complejidad y aromas se incrementan.
Desde sus inicios, la bodega contó con algunas de las técnicas de vinificación más punteras y novedosas
Fue así como el esfuerzo, el talento, el dinero y el tesón inquebrantable de un personaje único, se conjugaron para que por fin viera la luz Garrus, el rosado más sofisticado y caro producido hasta aquel momento: 59% uva garnacha y 41% de vermetino; 100% fermentación en barrica, una primera producción limitada de 1667 botellas… y un precio, por aquel entonces, de 80 euros (hoy en día, su coste asciende a unos 130 euros). Los restauradores y sumilleres a los que Sacha acudió para venderlo volvieron a llamarle ‘loco’. Pero era porque aún no lo habían probado... Además, Lichine siempre tuvo un sentido muy agudizado del marketing y supo emplazar su ‘rosé’ en lugares estratégicos donde el precio no era en absoluto un problema; grandes hoteles y restaurantes de St. Tropez, Cannes, Mónaco… Aquel rosado tan premium, elegante, cremoso y exclusivo pronto se convirtió en el vino favorito de empresarios y dueños de grandes yates de la Costa Azul, encantados de poseer aquello que no estaba al alcance de casi nadie…
Garrus, la ‘joya de la corona’ del Château
UN SUSURRO ANGELICAL
Pero no fue Garrus el único ‘niño bonito’ nacido en Châteu d’Esclans. Aquí se fraguó también el que hoy sigue siendo el vino más emblemático e icónico de la casa: Whispering Angel. Un rosado magnífico, con una interesante calidad-precio (hoy podemos comprarlo por poco más de 20 euros), fresco, delicado, floral, fácil de beber y muy versátil. Todo un superventas (en Estados Unidos es el rosado más vendido) que, además, puede presumir de haber abanderado el movimiento Rosé All Day. Solo o con comida, en la playa o en la montaña, por la mañana o por la noche… da igual el momento o la estación del año para beber un buen rosado. Sobre todo, si es tan rico como este Whispering Angel, cuyo nombre viene dado por las estatuas de dos querubines que presiden la capilla ubicada en el Château. “En el Valle de Esclans los ángeles susurran. Si bebes este vino, podrás oírlos. Si nos visitas, tal vez los veas’, cuentan en la bodega…
Whispering Angel, todo un superventas
FUTURO EN ROSE
Lo que comenzó como ‘el sueño de un loco’ (bendito sueño y bendito loco) es hoy un Château donde se elaboran algunos de los mejores rosados de la Provenza, con una gama formada por seis vinos: A Garrus y Whispering Angel se suman Rock Angel, Châteaux d’Esclans y Les Clans. Sin olvidar The Palm, el más joven y ‘casual’ de una familia muy bien avenida. Más aún desde que, a finales de 2019, Lichine firmara una importante alianza con Moët Hennesy (el grupo de marcas de lujo adquirió el 55% de Château d’Esclans). “Es un acuerdo que me entusiasma”, aseguraba Sacha. “Gracias a su apoyo tendré la posibilidad de seguir desarrollando mi trabajo y deleitando a nuestros clientes con nuestros vinos”. Por mucho tiempo, Monsieur Lichine.
Los rosados que cualquier amante del vino querría tener en su copa
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Chateau d’Esclans
4005 route de Callas
83920 La Motte en Provence (Francia)
Web: www.esclans.com
Visitas privadas con reserva previa: chateaudeslans@sachalichine.com
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