Toni, el jugador de póker de MasterChef 9 se convertía la semana pasada en el undécimo expulsado de la edición tras batirse en duelo con uno de sus compañeros. Ofelia, Meri, María, Fran, Arnau y José se la jujaban durante estas últimas semanas antes de llegar a la final y por eso debían demostar que son los mejores. Para cumplir su sueño de ganar el programa, los aspirantes han tenido que dejar sus trabajos, sus casas y han estado alejados de sus familias y amigos. Por ello, el talent de TVE les preparaba una sorpresa muy especial: la visita de sus familiares, quienes les apoyaban mientras demostraban su evolución en una prueba en la que tenían que actualizar los platos que les trasladaban a su infancia incorporando una técnica de vanguardia. Durante el cocinado, recibían la visita de Javier, finalista de la octava edición de MasterChef Junior y el mejor de este reto, Fran, conseguía un fantástico premio: su elaboración estará en la carta del restaurante MasterChef durante toda la temporada. "Es un orgullo porque este plato es parte de mí y de mi familia, que viene desde mi abuela. Me llena el alma", explicaba muy alegre.
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En la prueba de exteriores, los concursantes viajaban a la Comarca de La Garrotxa, en Girona, para disfrutar de la cuina volcánica, uno de los mayores tesoros gastronómicos de nuestro país. Hace tres décadas, Fina Puigdevall convertía la masía donde nació en el restaurante Les Cols. Allí, los aspirantes debían trabajar a las órdenes de sus jefes de partida, como lo harían en un servicio real. Cada equipo elaboraba dos platos para 32 profesionales que no debían notar que los platos estaban hechos por otro personal diferente. Tras el cocinado, Meri, María y Fran, que formaban el grupo rojo, se convertían en los ganadores y, por ende, en los primeros semifinalistas del talent culinario de Televisión Española. Arnau, José y Ofelia, que estaban en el azul, debían enfrentarse al reto de eliminación y jugarse la plaza en esta recta final. "No ha habido equipo. Arnau hoy te han dejado vendido. No habéis sido profesionales", relataba Jordi Cruz muy enfadado.
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De vuelta al plató, los delantales negros se enfrentaban a un complicado reto: reproducir una taza de capuccino. Un pastel que constaba de siete elaboraciones: un bizcocho de café, una ganache montada de chocolate, un crujiente de café, una mousse ligera de chocolate negro, una mousse de chocolate blanco y vainilla, una cobertura de chocolate blanco y un gelificado ligero de café. El chef pastelero Jordi Bordas, primer español en proclamarse campeón del mundo de pastelería, les daba las claves para brillar y la actriz Maribel Verdú visitaba las cocinas para animar a los participantes en este decisivo reto. Finalmente, José, que se había quedado atascado en las primeras elaboraciones, se convertía en el duodécimo expulsado, quedándose a las puertas de la semifinal. "Ha sido la experiencia más enriquecedora y extraordinaria de mi vida", comentaba el sanitario al despedirse.