Ya lo decíamos hace unas semanas en nuestro artículo sobre la pérdida de peso prenavideña: en realidad, lo que ocurre con las fiestas y la báscula no es tanto el hecho de comer de más en las fechas más señaladas (Nochebuena, Navidad y Año Nuevo), sino pasarnos más de 15 días comiendo de forma descontrolada. Este año, además, la cosa se ‘agrava’ ya que la pandemia sanitaria nos va a obligar a permanecer en casa más horas que nunca (tan cerca de la nevera; tan cerca del sofá…). No obstante, aunque no sea la ‘misión’ más sencilla del mundo, sí existen algunas pequeñas pautas que podemos tener en cuenta si no queremos llegar a Reyes con más kilos de los deseados. Esto son algunos consejos en este sentido:
LOS DÍAS ‘ENTRE BANQUETE Y BANQUETE’
Entre la Navidad y Fin de Año, y entre Año Nuevo y Reyes hay quienes intentar ‘compensar’ los excesos con dietas ‘depurativas’ muy estrictas. Sin embargo, esto es es un error. Lo adecuado es, simplemente, volver a los buenos hábitos de alimentación. Comer sano, dando prioridad a frutas, verduras, legumbres, carnes magras, técnicas de cocinado saludable…
LOS DÍAS FESTIVOS
- Nada de saltarse comidas o llegar con hambre a las cenas y comidas de Nochebuena, Navidad, Nochevieja y Año Nuevo. Otra manera de ‘compensar’ totalmente equivocada ya que, en realidad, tiene como consecuencia el efecto contrario: un estómago prácticamente vacío es de ‘carne de atracón’. De modo que, las calorías ingeridas serán mucho mayores que en condiciones normales. Así que, los días de los banquetes, antes de los grandes festines ‘gastro, come sano, pero come.
- Como decíamos, si hay un momento en que está permitido ‘pasarse’ es precisamente en esos banquetes señalados. No obstante, si lo deseas, también puedes seguir alguna que otra pauta para que no se conviertan en un 'festival loco' de calorías. Así, por ejemplo, siempre que puedas, intenta servirte tú las raciones en el plato (seguro que lo haces de manera más controlada).
- Si eres tú quien decide el menú trata de planificarlo de forma que esté más o menos cerrado: entrante (las sopas o ensaladas son una gran opción para empezar la velada), plato principal, postre. En realidad, muchas veces el ‘desmadre’ calórico llega cuando hay muchísimos entrantes, y se va picando un poco de aquí y de allá.
- En la mesa puedes intentar dar preferencia a alimentos y preparaciones más sanas: guarniciones a base de vegetales; evitar salsas demasiado grasas; si puedes elegir, optar por preparaciones al horno frente a fritos… lo de siempre, aquí no hay secretos.
- También parece obvio, aunque quizá a veces lo olvidamos, el hecho de que no tenemos por qué comer cosas que no terminen de hacernos gracia solo por el hecho de que estén en la mesa. No es necesario probarlo absolutamente todo, sobre todo si no te gusta especialmente.
- En relación a las bebidas alcohólicas. Sabemos que lo recomendable es tratar de reducir su consumo al máximo porque solo aportan calorías vacías, pero también sabemos que renunciar a ellas en Navidad es complicado. Una buena opción es alternarlas con agua. En lugar de hacer toda la comida o cena con vino, ir tomando agua también. Que el alcohol sea algo ‘disfrutable’ y no nos sirva para quitar la sed. Para los brindis con cava o champán, cuanto más secos (menos azúcar), mejor. Si optas por algún combinado, agregando bastante hielo la copa rendirá más.
- En cuanto a los postres navideños, sabemos que suelen ser una bomba de azúcar. Es cierto que hay versiones algo menos calóricas (turrones de chocolate negro con estevia, y opciones similares). Pero, si de verdad solo vas a tomar este tipo de dulce en los días señalados, no pasa nada. Aquí el problema llega cuando la bandeja con dulces navideños está permanentemente en la mesa durante todos los días de Navidad. Así es mucho más difícil evitar la tentación, de modo que…. ¡los dulces solo salen de la despensa a la hora del postre en las comidas y cenas más relevantes de las fiestas!
- Otro tip que parece de perogrullo, pero no lo es: en los banquetes es normal-sobre todo para los disfrutotes de la buena mesa- quedar hipnotizado por todas esas delicias que tenemos delante. Si te ocurre, trata de hacer el ejercicio de (por supuesto) disfrutar, pero no centrarte únicamente en la comida, sino también en el resto de familiares con quien los compartes. Es decir, no comer con ansia, sino disfrutando de manera relajada de cada bocado, masticando con calma mientras compartes conversación con tus compañeros de mesa.
- Actividad física, fundamental. En un mundo ideal, cuando comemos de más, deberíamos incrementar también el ejercicio físico. Si puedes hacerlo, perfecto. Pero si te resulta complicado, al menos, no dejes de hacer algo de deporte: salir a caminar o a correr, andar el bici, patinar… ¿Que no hay más remedio que hacerlo en casa? También se puede hacer gimnasia, bici estática o elíptica, pesas…Cada cual, en la medida de sus posibilidades, pero sin olvidarse de ello. Es una de las mejores formas de que los excesos navideños no arruinen la figura (y, mucho más importante, la salud).
DESPUÉS DE REYES
Aquí aplica lo mismo que entre banquete y banquete. Aléjate de las dietas milagro, las dietas ‘detox’ post Navidad y reclamos similares (sí, solo son reclamos publicitarios; no exisite ningún alimento o dieta que detoxifique nada, para están los riñones y el hígado). La recomendación es, de nuevo, volver a los buenos hábitos de alimentación y si se desea perder peso, acudir en la medida de los posible a un dietista-nutricionista.