Aun siendo la madre de Bimba y Palito Bosé, que está siguiendo los pasos de su recordada hermana mayor, Lucía Dominguín es la más desconocida de los hijos de Lucía Bosé y del torero Luis Miguel Dominguín. Pero, a sus 63 años, la hermana de Miguel y Paola se ha atrevido a salir de su discreta vida para enfrentarse a los fogones de MasterChef Celebrity, cuya quinta edición se estrena este martes 15 en La 1.
Afortunadamente, la inexperiencia de Lucía frente a las cámaras le ha resultado más fácil de llevar gracias al inestimable apoyo de su sobrino Nicolás Coronado, hijo de su hermana Paola, con el que ha coincidido en el famoso programa de cocina. Así nos lo ha contado la propia madre de Bimba, que ha vivido su aventura televisiva como la mejor de las terapias al comenzar a grabarse MasterChef Celebrity apenas dos meses después de la pérdida de su madre, fallecida el 23 de marzo, en plena pandemia.
Eres la gran desconocida de la familia Bosé. ¿Por qué te has animado a participar en MasterChef Celebrity?
Por muchísimas razones. Primero, porque hay que salir de la zona de confort. Al tener una edad y no tener filtros, pues me dije: 'Voy a probar'. Es como si me ofreces tirarme en paracaídas o ir al cañón del Colorado, pues me apunto (ríe). Soy echada para adelante y pensé: 'En este momento que estamos viviendo, ¿qué es lo que me puedo aportar para mi propia experiencia y qué puedo llevarme conmigo?' También el qué sé hacer, porque, como madre, lo que he hecho toda mi vida es cocinar. Pero, cuando acepté, estaba nerviosa porque no sabía cómo me podía salir. Sí, soy 'hija de', 'madre de' y 'hermana de', pero no he salido en ningún sitio como Lucía Dominguín. Bueno, sólo en la faceta de empresaria que tuve con Rocamador –se refiere al hotel rural que tuvo con el actor Carlos Tristancho, padre de sus dos hijas menores– o cuando fui diseñadora de joyas o modelo, que eso fue hace muchísimo tiempo. Entonces, dije: 'Venga'. Y la verdad que ha sido una experiencia única y fantástica. La verdad, es que el eslogan es 'pon un MasterChef en tu vida'.
¿Qué ha sido lo más duro de la experiencia?
Algo que le pasa a la gente en general y más en mi familia: hacer ver nuestras emociones. Yo entré en el programa y dije: 'Que sea lo que sea'. Por lo demás, me encontré como en casa. Los compañeros han sido fantásticos y el equipo, genial.
Pero tú participaste con cierta ventaja pues tuviste un negocio de hostelería, así que conocimiento de cocina tendrías.
Conocimiento de cocina tenía, pero MasterChef es otra cosa.
¿Cocinabas en el negocio?
No. He estado en cocina cuando me necesitaban, de manera puntual. Por ejemplo, cuando había cuatrocientos invitados a una boda, pero lo mío era más la parte de decoración y floritura. Era una hostelería a la carta, más personal, y diseñábamos el producto para cada cliente. Pero siempre he visto la cocina profesional como algo durísimo, durísimo. Lo más duro que puede haber. La principal ventaja es que he participado con mi sobrino Nicolás, así que sí he tenido un apoyo dentro del programa. Yo pensaba: 'Si pasa algo, le echo una miradita y me echará una mano'. El programa ha reforzado mi relación con él porque nos hemos encontrado fuera de lo que es la familia y en un ambiente profesional, con esa imagen que tengo yo en la familia de ser la ‘mamma’ y la cocinera. Aquí he descubierto unas cosas de mi sobrino y cada uno de uno mismo.
¿Qué has descubierto de ti misma?
Hay muchas cosas, como que soy una persona simpática. Pensaba que era un poco cardo, porque siempre han dicho que era la más autista de la familia, pero me he dado cuenta de que no, de que soy muy simpática y que la gente me quiere. No sabes el análisis psicológico que ha sido a mi edad y el bombardeo para mis células. De repente, la gente me quiere y no por el apellido, que es lo bonito. De todos los que había allí, la única que no tenía personaje era yo.
Fuera del programa, ¿a qué te dedicas?
A contemplarme... A contemplar el mundo. Eso es a lo que me dedico.
Tras las grabaciones de MasterChef, ¿sigues cocinando o has acabado harta?
Sigo cocinando, pero he cambiado mi estilo de cocina. No soy de alta cocina, sino de cocina cetogénica. He tenido que buscar una manera de desintoxicarme de muchas cosas y esto me ha ayudado a visualizar lo que me sienta bien y a cuidar mi cuerpo. Hay que cuidar tu cuerpo, tu alma, tu espíritu... He encontrado esta manera de cocinar, que también es una manera de vida y me está yendo bien. Estoy bajando de peso, así que fenomenal.
¿Cuánto has bajado?
Cinco kilos, gracias a la dieta cetogénica. Me ha costado muchísimo, pero me pongo una medalla de bronce porque es complicadísimo conseguirlo a los 63 años. La dieta consiste en quitarse todas las harinas, que son las que te hinchan; los azúcares: y en recurrir a mucha proteína y verdura. También quitarse casi toda la fruta, menos los frutos rojos. Hay que escuchar al cuerpo, al estómago. También hago la dieta intermitente, que llego hasta treinta y tantas horas sin comer.
¿La cocina es algo que viene de familia?
La familia Bosé cocina y también la familia Dominguín. Y las familias que hemos creado tanto Miguel, Paola o yo también, que he chupado mucho de mi suegra. Me refiero a la madre del padre de mis dos hijas pequeñas, Jara y ‘Palito’. Por la parte italiana, también he tenido mucha influencia, pero mi madre no ha sido cocinera. Mi madre ha funcionado de muchas otras maneras, pero la cocina era el lugar de reunión. En mi casa no había televisión, había cocina.
La cocina también se ha convertido ahora en la mejor terapia tras unos meses muy difíciles.
Ha sido una terapia fantástica porque me sentido muy mimada. Me ha tocado lo que me ha tocado en el momento que me ha tocado y mi madre se fue en el momento más caótico, pero la vida tiene que seguir. A mi madre la tengo presente y no se me ha ido todavía, aunque esté en tercera o cuarta dimensión. No puedo abrazarla ni achucharla, pero mi madre está aquí porque
yo formo parte de ella.
Tu madre ha dejado huella en muchísima gente y el mejor recuerdo que tienes es recordarla con una sonrisa.
Por supuesto, con una sonrisa. En esta vida hay que reírse de los dolores, de las penas y de la situación en la que estamos. Si no, qué haces.
¿Qué proyectos tienes ahora? ¿Te gustaría seguir probando en televisión?
Acabo de salir del cascarón y estoy abierta a lo que sea, si me divierte. Si me dicen de irme a la isla de los famosos, me niego rotundamente, que no puedo estar al sol. Lo que más he sufrido en MasterChef es el sol y el calor que hacía. Pero pueden ser interesantes más experiencias televisivas. No tengo diploma de nada, pero lo que me gusta es echarme para adelante. Tengo un bagaje y una plataforma... He vivido muchísimas situaciones.
Tu hija ha desfilado estos días en Cibeles, para Ágatha Ruiz de la Prada y has ido a verla.
'Palito' me enseñó toda la parafernalia que tenía en la cabeza y esa boca que tiene... Qué guapa estaba. Yo también he ido al desfile de Ángel Schlesser.
¿Te gustaría volver a desfilar?
¡Cómo voy a desfilar!
Rossy de Palma lo ha hecho esta semana. ¿Por qué tú no?
Pero ella tiene un pedazo de cuerpo alucinante. Antes, me tengo que poner a tono. También es verdad que me ponen una bolsa encima y yo salgo. Pero ahora toca ver a mi hija.
¿Cómo la ves como modelo, siguiendo los pasos de su hermana Bimba?
Como los top de la familia han llegado al top top, pues superarles es casi imposible. Es imposible. Mi madre ha sido espectacular, mi hermano es espectacular, mi hermana Paola ha hecho todas las pasarelas posibles... Y Bimba igual. Entonces, ¿qué hacemos los demás?
Tu nieta Dora –hija de Bimba– también se está haciendo un hueco en la música.
Es que, en la familia, quien se mete, se mete a saco. Dora tiene un talentazo y una personalidad impresionante.
Tu hermano Miguel ha pasado unos meses en España. ¿Cómo le has encontrado?
Muy bien. Está genial, guapísimo y muy contento, pero ya se ha ido a México.
Pese a todo lo que dicen.
No tengo ni idea. No tengo televisión y no veo redes.