Y todavía habrá quien diga que los vinos son caros… Es uno de los pensamientos más recurrentes cuando uno observa a esos vendimiadores intrépidos desafiando la gravedad en laderas tan abruptas y escarpadas que, en ocasiones, se ven incluso obligados a trabajar con arneses. Estamos en la Ribeira Sacra, una región convertida en los últimos años en destino turístico de primer orden para los amantes del buen vino.
La naturaleza aquí es, simplemente, abrumadora: los valles de los ríos Sil y Miño, en el sur de la provincia de Lugo y el norte de la provincia de Orense, ofrecen unos paisajes de tal belleza que muchos no dudan en compararlos con la espectacularidad de los fiordos noruegos. Pero también es esa orografía, tan hermosa y singular, la que complica la vendimia en esta tierra de gran tradición vinícola, donde ya los romanos cultivaban la vid hace más de 2000 años.
Y es que en estos viñedos, distribuidos en bancales o terrazas (construcciones realizadas para hacer frente a los fuertes desniveles de terreno), el proceso mecánico de recogida de la uva es, salvo excepciones, totalmente imposible. La inclinación y los estrechos espacios lo impiden. De modo que la cosecha depende únicamente de las manos, brazos y espaldas de quienes trabajan la vendimia. “Por algo se llama heroica”, nos cuenta Sonia Seijas, responsable comercial en Ponte da Boga. Ella es la encargada de recibir a los visitantes de esta bodega, enclavada en el municipio orensano de Castro Caldelas, y considerada como la más antigua de toda la Ribeira Sacra (fue fundada a finales del siglo XIX y en 2005 pasó a formar parte de la empresa gallega ‘Corporación Hijos de Rivera’).
“No, no es que seamos masoquistas y nos guste el riesgo -explica Sonia, divertida- Lo que ocurre es que es justo aquí, en los cañones de los ríos, donde se produce un microclima adecuado para las cepas. Es un clima que en los pueblos no se da, de manera que el cultivo se tiene que realizar en estas laderas, aunque el acceso a la viña sea más difícil. De hecho, hay veces que resulta tan complicado que únicamente se puede acceder a la uva a través del río, en barcos”.
¿Y qué caracteriza a los vinos de esta zona?, preguntamos. “Aunque Galicia esté más asociada tradicionalmente al vino blanco, en la Ribeira Sacra la mayor parte del vino que se produce es tinto, elaborado sobre todo con la variedad de uva Mencía”.
He aquí otro de los motivos que hacen de esta región una de las más atractivas para los aficionados al enoturismo: al paisaje de cuento y a la experiencia que supone ver in situ el complicado trabajo de la vendimia heroica, se suma, por supuesto, la posibilidad de probar unos vinos magníficos, quizá menos conocidos a gran escala. Sí, en Galicia también se hacen tintos. Y muy buenos, por cierto.
Afrutados, muy aromáticos, con notas minerales… así son los caldos resultantes de esa Mencía que reina en la Ribeira. Pero, atención: tampoco hay que perder de vista los vinos creados con otras variedades tintas de la zona, como la Merenzao o la Brancellao: uvas ancestrales que en bodegas como Ponte de Boga intentan recuperar y poner en valor, a pesar de las enormes dificultades que presenta su cultivo.
Un gran esfuerzo de inversión e investigación que, eso sí, bien vale la pena. Para comprobarlo basta con acercar la nariz y los labios una copa de ‘Capricho’ o de ‘Porto de Lobos’, dos de los vinos de Ponte da Boga que mejor representan esa recuperación de variedades (y que se suman al amplio abanico de ricos caldos que aquí producen, tintos y blancos, todos ellos firmemente identificados con el terruño).
No dejes para mañana el vino de la Ribeira que puedas beber hoy
Quizá (ojalá) a estas alturas del artículo ya te han entrado unas ganas locas de hacer las maletas y poner rumbo hacia la Ribeira Sacra. Si es así, dos cosas: la primera es que no vas a arrepentirte. Y la segunda, que no te lo pienses demasiado. Porque, aunque esta preciosa región es conocida como ‘uno de los secretos mejor guardados de la Galicia interior’, lo cierto es que, de secreto, cada vez le queda menos: solo en los últimos siete años, la demanda turística ha aumentado un 40%. Y no parece que las cifras vayan a dejar de crecer. Máxime si tenemos en cuenta que, además, la Ribeira puede ser declarada en 2021 ‘Patrimonio de la Humanidad’, tras la presentación de su candidatura el pasado mes de abril.
Virtudes para conseguirlo le sobran (vinícolas sí, pero también arquitectónicas, culturales, naturales…). Así que, si tu espíritu de winelover te empuja a explorar por primera vez la Ribeira y te apetece hacerlo con la tranquilidad con la que aún hoy día es posible, quizá sea buena idea no demorar el viaje en exceso...
“Para quienes no saben muy bien por dónde empezar a organizar la escapada, la web del consorcio de turismo puede ser un buen comienzo”, nos recomienda Sonia. En ella se ofrece información práctica sobre las bodegas que forman parte de la D.O, visitas, rutas, alojamientos, restaurantes, paseos en barco… ¿Algún consejo más? “Sí. Aquí en un par de días se pueden ver algunas cosas. Pero, al contrario que en otras zonas vinícolas, las bodegas y sitios de interés no están tan cercanos entre sí, y las rutas requieren trayectos por carretera que no siempre son cortos. Así que, una vez tomada la decisión de venir, es preferible hacerlo en un puente largo o, si es posible, dedicar una semana completa. De verdad que la zona lo merece”. Queridos amigos de la vid, ya estáis tardando en echar un ojo a vuestro calendario de vacaciones…